DESDE BILBAO
Hoy, a pesar del calor, Bilbao huele a invierno.
La sombra de los árboles se prolonga hasta atravesar mi alma, y el dolor me incapacita para casi todo, simplemente no me apetece nada.
Paseo como un fantasma por estas calles, ahora vacías sin ti, y sólo la inercia guía mis pasos, la voluntad me abandonó cuando te fuiste.
De vez en cuando el deseo me engaña y creo verte. Luego la ilusión se desvanece y deja sólo una mente machacada y el corazón manteniéndose a duras penas dentro del pecho.
Grito buscando la magia, pero casi siempre encuentro sólo trabajo. Por supuesto queda algo de luz para que la maldita esperanza consiga seguir haciéndome sonreír
mientras sueño.
Ya no hay música en el túnel y necesito más que nunca un violín que llore mis lágrimas.
La ciudad y yo te echamos de menos.
SÓLO
PARA TI
Queriendo destruir mi mundo imaginé mariposas.
Respirando muerte y podredumbre, entre la desolación y el caos de mi alma, tu recuerdo se empeñaba en colarse sin pedir permiso ni tan siquiera. ¿Por qué ese empeño en sacarme de la locura? No lo entiendo.
A ratos no quería seguir jugando a este juego, pensaba que con el tablero ya cubierto de sangre todo empeño por cambiar mi suerte era inútil. Luego, cuando menos
lo pensaba, allí estaba tu sombra para recordarme que sólo el amor es eterno y que a su lado el rencor no es más que una ligera brisa que pasa como pasa el verano.
Te odio por no estar a mi lado, te odio profundamente, con la fuerza del que quiere por encima de los conceptos, de la vida, de todo...
La certeza de que me quieres
no deja sitio para otra cosa, no puedo razonar, lo siento, no hay lugar para la duda, nada de lo que hagas o digas puede cambiarlo, créeme, yo me he empeñado a conciencia en destruir para ver cómo una sola palabra tuya vuelve a levantarlo.
Cuando te tengo delante, el ansia, los reproches, el querer y no poder...
Ahora
que todo ha pasado, ¿cómo voy a hacerte ver dónde acababa el corazón y sólo había sitio para el deseo? ¿No entiendes que la fiebre lo consumía todo impidiéndome razonar?
Todavía no sé cómo voy a hacer para conseguir mirarte sin temblar. ¡Te quiero tanto!
Me caigo, me rompo y a ratos muero... Como ves, casi todo sigue igual, igual pero sin miedo porque, aunque no lo creas, aunque sigo deseándolo todo ya no espero nada. Por primera vez en mi vida soy feliz, al fin he descubierto hasta qué punto
te amo.
DUERME, NIÑO, DUERME
Relájate, busca la línea del horizonte
y dime lo que ves.
Sobrevolando los tejados como un pájaro,
vuelve a ser un niño.
Recupera la conciencia mágica
¡Persiguiendo en tu interior los colores del amanecer!
Así, despacio, respirando sin sentir,
el mar está dentro y el asfalto
no puede
frenar la fuerza de las olas.
No existe ruido capaz de impedirte escuchar tu alma.
Vuela, niño, vuela.
Quiero volver a perderme,
recuperar la pureza de tu sonrisa...
¡Debe ser pecado que tanta belleza
muera aplastada por su miedos!
El hombre del saco ya no tiene nada que hacer.
Conseguiremos matarlo de aburrimiento
siendo felices
y volveremos a comer perdices.
Y ahora duerme, niño, duerme.
Mañana te contaré cuentos nuevos
y tal vez tú quieras enseñarme a volar.
POR DINERO
Regálame algo.
Dámelo sin más.
Quiero olvidar que todo tiene un precio.
Puedes acariciar mi pelo,
besar mis ojos,
o tal
vez, llenar mi odio de amor,
mientras me duermo en tus brazos.
Miénteme con palabras de miel,
dime que no pasa nada,
que nunca pasa nada.
Pégate a mis sueños y besa mi frente.
No quiero volver a llorar en silencio.
Rózame con tu alma o miénteme, pero,
por favor,
tú sólo regálame algo.
Yo pagaré el resto.
MIENTRAS DESPIERTO
Necesito escribir un cuento que te haga ver y sólo tengo esta vida y un bolígrafo prestado para intentarlo.
¡Grandes ojos fijos, tan hermosos y fríos!
Frágil cristal con el que me corto mientras
juego. Dime tú que piensas si aún conservas la capacidad de hacerlo.
Entre sueños vacíos y sábanas de felpa descansa un niño
muerto. Le enterraron en el cuerpo de un adulto y ahora se está pudriendo. Hacia fuera, desde dentro. Cáncer sin dolor, real y dañino como el malo de un cuento.
Quiero aprender a jugar pero ya no hay críos con los que pueda hacerlo.
Tampoco encuentro risas en las calles y ni siquiera el llanto me parece sincero. Sólo
logro distinguir breves susurros ahogados en una absurda vergüenza y sentimientos de papel para ir matando el tiempo.
Y así, a lo tonto, yo sigo sin conocerte,
tú aún no sabes lo que pienso y es más que probable que todos estemos dormidos. Felices e ignorantes, mientras la música no suena y se mueren los sueños.
SIN TÍTULO
Me lo han contado los signos. Cuando se encuentren tus ojos y mi espíritu renacerán las estrellas. Tú eres la niña huidiza de coral, yo sólo Pedro, el tosco pescador que todas las noches llora su destino. Me esquivas y te
asustas, te dan miedo mis grandes manos de red.
Te quiero y sin embargo no puedo ayudarte.
Debes ser tú quien encuentre el camino que le devuelva al planeta sus noches.
A LA INTEMPERIE
U.G.
NI BUENO NI MALO;
MÁS BIEN TODO LO CONTRARIO
Apenas sabía leer y ya gateaba buscando la belleza en cualquiera de los libros que el azar ponía en sus manos.
Todavía puedo verlo si cierro los ojos. Pequeño, rubio y pecoso, con un ramo de flores cogido para mí en cualquier jardín
y una sonrisa radiante en los labios.
Cuando se caía, que por cierto era bastante
a menudo, le encantaba que tararease una nana mientras desinfectaba sus heridas.
Me
besaba continuamente y su inocencia era lo único que me hacía feliz.
Mi
mundo era feo y oscuro. Las palizas que me propinaba su padre fueron más evidentes a sus ojos cuando creció. El secreto se convirtió en algo cotidiano y la inocencia dejó paso al rencor.
Mi hijo se volvió un adolescente tímido y retraído. El niño precoz que fue quedó atrás y sus calificaciones
escolares bajaron hasta el infinito.
Sus profesores intentaron convencerme de que era
retrasado. No participaba en clase, sus niveles de lectura y cálculo eran bajísimos y sus compañeros le huían. Ellos fueron los que empezaron a temerle, él no les había hecho nada para que se portasen así.
Dejó el colegio y empezó a trabajar.
Siempre ha sido un buen chico. Su padre murió cuando él cumplió los diecisiete y yo pensé que al fin había terminado
la pesadilla, pero ya nada volvió a ser como en los buenos tiempos.
Mi niño no volvió, su sonrisa se había perdido lejos, en la infancia, y sólo
quedaba su pelo rubio para recordármela.
Desde que encontró su primer
empleo nunca ha dejado de darme dinero para la casa.
Jamás ha llegado borracho
o drogado y ningún vecino ha tenido motivos para criticarle. Aunque a veces me preocupaba que fuera tan serio y callado, aprendí a apreciar sus gestos, su mirada y estaba muy a gusto a su lado. No lo cambiaría por nadie, ni siquiera ahora.
Yo entiendo que el resto del mundo lo vea como un monstruo. Matar, violar y descuartizar a esa pobre
monja ha sido un crimen horrible. No reconozco a mi hijo en esos hechos, aunque no pretendo disculparlo.
Ahora
bien, al igual que yo respeto a los que le señalan sólo pido ese mismo respeto para mí. No vengan buscando chismes que luego puedan tergiversar en sus periódicos, ni me pidan que le acuse.
Mi hijo siempre será aquel niño que me sonreía con flores desde la puerta, mi hijo es el que, después
de veinte años, volvió a sonreírme el otro día tras los barrotes que lo guardan. Su mirada sigue siendo pura y mi corazón sigue siendo suyo.
TORO CABEZA ABAJO
Su color de piel lo hacía diferente al resto de la clase. Desde niño había comprendido que ser rojo no era nada agradable. A base de golpes, insultos y cualquier
barrabasada que a sus compañeros pudiera ocurrírseles, su alma había aprendido a retroceder.
Así,
poco a poco, Jonathan perdió contacto con su espíritu, y ya sin el orgullo que tanto duele, le fue mucho más fácil soportar todas las humillaciones.
Entre pasillos largos y clases oscuras su cuerpo fue creciendo hasta convertirse en el de un joven musculoso y bien parecido. Por el contrario, su alma siguió el camino opuesto
y desapareció llevándose todos sus sentimientos. Ya no podía recordar que eran el amor, el odio o la compasión. A cambio era muy bueno en matemáticas, historia o geografía.
Los rostros que le masacraban a diario eran conocidos. Desde preescolar había tenido los mismos compañeros de clase.
Tal vez por eso, aquella tarde fue diferente.
Salió a la calle y paseó por el barrio colgado de un pensamiento. Le encantaba pensar mientras caminaba sin rumbo. Debía ser algo
interesante lo que poblaba su cabeza aquel día, porque traspasó los límites y sin darse cuenta entró en la zona donde los blancos más pobres de la ciudad se hacinaban luchando por sobrevivir.
La paliza le cogió por sorpresa, el primer golpe lo llevó en la espalda y pensó que se había roto
para siempre. Luego el estómago y la cara. Más tarde el dolor y el sabor salado de la sangre lo ocupaban todo sin dejar sitio para nada más.
En el suelo un pensamiento de muerte dejó paso a un abismo negro. Tras el pasillo encontró
a su abuelo y él le dio un nombre.
-Hijo mío, tú eres Toro Cabeza
Abajo, joven guerrero pies negros. Recuerda el nombre que llevas y lo que significas para tu gente. Fuerte como un toro, más fuerte que ninguno, porque al contrario que los demás en vez de embestir aguantas con la cabeza baja. Mira tu rabia y
aprende de lo que ves.
Ante él aparecieron escenas dignas del mejor cine de
terror.
Sus compañeros descuartizados, sus cabezas en lanzas y él, grande
y orgulloso de pie sobre sus cuerpos desmembrados, sonreía mientras se pintaba la cara con su sangre.
Luego
llegaron las batas blancas, los vendajes, los policías bostezando, su madre y la sensación de que aquello no iba a terminar jamás. Pero todo pasó, como suele suceder casi siempre.
Jonathan se graduó con nota y estudió duro en la universidad. Consiguió un trabajo y el destino quiso darle una buena esposa y
dos niños preciosos (un poco menos rojos que su padre) que por suerte para todos crecerían en un mundo cada vez menos blanco, porque a fuerza de errores se había ido convirtiendo en más negro.
De vez en cuando, la luz llegaba a su cara. Su esposa se enamoró de aquella sonrisa que aparecía en su rostro
cuando peor estaban las cosas. La fuerza que ella veía en sus ojos durante esos momentos le hacía sentirse segura, sabía que con él a su lado nunca pasaría nada por mal que fuese todo.
Nunca le preguntó en qué pensaba y él supo agradecérselo amándola de modo infinito.
Y así, el joven guerrero conservó su espíritu, lo guardó como un tesoro y mientras se mecía en el porche de su casa
no podía dejar de repetirse “tú eres Toro Cabeza Abajo”.
Mi
padre fue el más grande de los guerreros: murió sin saber lo que era una pelea.
UN LITRO DE PAZ
En aquella época
bebía mucho. A veces, los colegas tenían que pasar de mí porque ya no era capaz de reconocer a nadie y me ponía violento. Esas noches, por regla general, acababa durmiendo en cualquier esquina. Por la mañana, con la resaca,
estaba rodeado de datos que me daban una ligera idea de lo que había pasado. Las magulladuras de mi cuerpo, el olor de los vómitos que me rodeaban, la ropa rota... Todo un mapa para poder reconstruir lo que mi memoria se negaba a decirme.
Bebía sin motivo, no estaba demasiado triste, no quería olvidar nada y ni siquiera
me gustaba el alcohol. Sólo bebía.
Aquella noche empecé con vodka
y ya tenía un puntazo criminal cuando me pasé a la ginebra. Por eso cuando le vi con el halo de luz alrededor, dudé de mis ojos. Le dije al colega que tenía al lado que se fijase en el niño que acababa de entrar, pero al
darse la vuelta para mirar se cayó al suelo y no hubo manera de levantarlo. Volví a mirarlo, tenía cara de ángel, así que supuse que lo era. Tal vez se trataba de mi ángel de la guarda.
Me acerqué para preguntarle si
me buscaba y entonces me enseñó sus dientes. Emitió un rugido animal y unos colmillos feroces me dejaron clavado en el sitio. Sus ojos se inyectaron en sangre y yo me meé encima.
Comencé a tiritar y todos se asustaron, no hacían más que preguntarme qué me pasaba, por qué estaba tan pálido
y yo sólo podía señalar en dirección a aquello, resultándome increíble que nadie lo viese.
La
ambulancia me alejó del bar, y la cosa se quedó atrás. Agradecí al Dios en el que ya no creía que todo hubiese terminado y juré que no volvería a probar el alcohol.
Me pusieron en una habitación con dos camas, la otra estaba vacía. Me hicieron un lavado de estómago y dijeron que tendría
que pasar allí la noche.
La curda ya había pasado y sólo quedaba
el dolor de cabeza. Después del ajetreo de enfermeras y médicos, cuando sólo quedábamos el televisor apagado (no tenía monedas para meterle) y yo, decidí explorar un poco la habitación. Curioseé en el
armario y subí la persiana que hasta el momento había estado bajada.
¡Quise
chillar pero no me salió la voz!
¡Intenté huir pero los pies no
me respondieron!
Desde la ventana de aquel tercer piso él me miraba, atravesó
el cristal y se plantó frente a mí. Una pregunta cruzó mi mente rápida como el rayo.
¿Quién
eres?
Y él, respondiendo a mis pensamientos, habló.
Soy tú, siempre he estado aquí y siempre estaré. No hay cielo ni infierno, los dos son
uno y están en ti. Es inútil que reces o te destruyas, jamás te dejarás atrás.
Luego
se fue.
No
voy a decir que no he vuelto a beber. Al principio pasé una temporada de abstinencia pero poco a poco logré vencer el miedo.
De
vez en cuando me emborracho y casi todos los días me tomo una cerveza. Así que, si buscabas una moraleja y un final redentor en esta historia, mejor te ves una película americana.
Tampoco soy mejor que antes y a ratos soy un poco peor.
Tan sólo gané algo con todo esto, y es que ya no me importan las leyes de nadie. Lo que “ se supone que debo hacer” carece de sentido para mí. Cuando
me equivoco sé que lo hago yo y cuando acierto también. Y eso, tan fácil de aprender, yo nunca lo tuve presente. Hasta aquella noche.
Saberlo
tranquiliza bastante.
CARA Y CRUZ
LA CARA
En los sesenta me puse una mochila al hombro y comencé a caminar persiguiendo el sol.
Creía que el mundo debería ser mejor y que nadie tenía derecho a imponernos sus normas.
Me pasaba el día amando a mis semejantes.
Con
los que me gustaban lo compartía todo y a los que se portaban de una manera que no consideraba justa les permitía aprender de mi Santa Iluminación. Repartía lecciones y sueños continuamente. Cruzaba y otros muchos se unían,
el arte recorría las calles.
Sin
normas, sin tabúes absurdos, sin malos rollos.
Amor, paz y pulseras de cuero.
El L.S.D. era mi guía y el humo de la marihuana acompañaba todas mis reflexiones.
He visto amanecer dos veces.
He soñado que era Dios.
Mi
espíritu estaba en constante excitación, flotaba continuamente buscando el conocimiento.
Esto
lo hice a los veintidós años. Estaba en segundo de derecho cuando decidí que nada tenía sentido, quería buscar la verdad. Don Juan y Sidartha guiaban mis pasos.
Luego todo pasó, la novedad dejó paso al aburrimiento y decidí integrarme dentro del Sistema. Volví a casa de mis burgueses
padres, me corté el pelo y acabé siendo lo que ves: un yupi con pendiente que de vez en cuando le suelta cien duros a algún músico de la noche.
LA CRUZ
-Yo no soy tu hermano, ¿entiendes, estúpido? ¿Sólo porque llevas un pendiente en la oreja y esa pulserita de cuero te crees
con derecho a llamarme hermano?
-Tranquilo, tío, te doy la cartera y nos olvidamos
del tema, ¿vale?
-¿Tío? ¿me llamas tío? Te crees
que es tan fácil, ¿verdad? Yo te dejo y tu vuelves a tu estúpida vida de parásito soplapollas. ¡Imbécil! Las órdenes las doy yo, ¿entiendes? Yo tengo la pistola que te va a volar los huevos, cabrón.
-Vale, ¿qué
vas a hacer? ¿crees que matándome vas a solucionar tu vida?
-No. Probablemente
empeore, si es que puede ser peor todavía, pero me va a encantar hacerlo.
-¡¡Pues
hazlo de una puta vez!!
-Pues vale.
A
PESAR DE VOSOTROS VUELO
Subo y el alma parece querer escaparse por mi boca. Tiro como puedo de mi cuerpo, la respiración
se acelera y mi corazón va latiendo veinte pasos por delante de mí.
Aun
así, no paro.
Se acaba el sendero y empieza lo verdaderamente difícil.
Tengo vértigo y no soy capaz de subirme ni a una banqueta, pero tengo que llegar al final de esta montaña.
Sin
cuerdas, con las manos despellejadas y todos los músculos rotos, busco al águila que me guíe y entre aullidos y lágrimas voy cubriendo poco a poco el camino.
Ya estoy a la mitad. Tengo que desviarme continuamente para encontrar la parte más accesible. Mi raza ha dejado argollas en la pared. La montaña,
herida, me sonríe y va explicándome cuentos de anteriores escaladas, que hacen que no me sienta solo en la subida.
Con
su voz acompañándome la confianza sustituye al miedo. Ella me protege, sólo tengo que pararme a escucharla.
Hablo
con ella, no miro nunca hacia abajo y continúo avanzando.
Estoy
en el tercio final, ya no siento los brazos. Mi cuerpo está totalmente dormido y la cabeza me va a estallar en cualquier momento. La boca sabe a sangre y me duelen las encías. A ratos pienso que voy a desmallarme, pero ella sigue tirando de mí.
Ya no puedo más, no lo conseguiré.
Una ligera lluvia me saca de la locura, miles de finas gotas me devuelven a la vida. Cuando ya han cumplido su propósito se van. El sol, que
no ha dejado de brillar, calienta mi cara y me saca una sonrisa.
Me siento mejor, ahora
sé firmemente que la montaña no dejará que me pase nada. Mi sangre ha manchado sus paredes y parte de su cuerpo corre por mis venas. Es un pacto sagrado entre mi libertad y su cima.
Por fin llego.
Con
el mundo entero a mis pies, un arcoiris me eleva hasta tocar las nubes.
El guerrero
duerme, sólo hay sitio para la paz en mi alma.
Ya sin odio, sin agonía,
sin todo lo que me hizo renunciar al mundo, lloro de felicidad.
Lleno mis pulmones
y grito mi orgullo como un animal libre.
Luego, vuelvo a respirar profundamente y con
los brazos en cruz, aprendo a volar.
ESQUIZOFRENIA
Estoy
tranquila, fumándome un porro y de repente el televisor me muestra a un tío con corbata que dice que comprando un detergente te ahorras lo suficiente para llevarte un paquete de pasta.
Flash.
En
la calle, la brisa golpea mi cara obligándome a cerrar los ojos. Miro al cielo y las estrellas me saludan. Así, con la boca abierta ante todo lo hermoso, sintiéndome viva, libre y dueña de mi destino.
Llegan dos viejos y me miran como mira el que juzga y cree conocer. Susurran. Yo sólo tengo tiempo para odiar.
Flash.
Bacalao, speed, fiesta con unos cuantos niños pijos que por desgracia conozco.
Bacalao, bacalao, bacalao, bacalao, bacalao... Así hasta el infinito, allí donde termina el pasillo está mi vida. Si logro llegar a los servicios y encerrarme
podré seguir respirando cinco minutos más.
Flash.
Semana y trabajo.
Ocho horas para comprar tiempo, ocho para dormir y acumular sueños, el resto es tu vida.
La monotonía acapara todas mis mañanas. Sólo consigo espantarla cuando vuelo. Poco, rozando tierra y a los dos minutos la máquina amenaza con cortarme
un dedo. Vuelvo a estar despierta.
Flash.
En
la calle la gente pasa rápido. Algunos los distingues fácil, otros son más neutros, yo sólo observo.
Parezco
estar parada y sin embargo me muevo. Me atraviesan con sus vidas y sus caras. Me lo cuentan su ropa, su prisa, sus miradas. No soporto su presencia. ¿No sé qué coño hago yo jugando a que me importa?
Flash.
Ahora
sólo me río y le golpeo.
Me tocó mucho los ovarios y tuve que
decidir entre avanzar o retroceder a ostias. No puedo dejar que el todo se apodere de mi vida.
Siento
pena por mi persona pero mi yo animal está a su anchas. Me sorprende el placer que obtengo con cada golpe.
Flash.
Golpeada y sangrando. Sonriendo a ratos, otras veces llorando, camino por el parque.
La contradicción se desdobla y soy dos. Animal libre que pasea libre sus territorios, razón
derrotada por la violencia. En la boca las lágrimas y la sangre forman una mezcla extraña.
Flash.
Los mismos viejos, la misma mirada. Tengo una navaja, trofeo de mi última pelea. Susurran.
Yo los mato, me pinto la cara con su sangre y aúllo a la luna gritando mi dolor al viento. Pero sólo sigo caminando, con el baldeo apretado, al igual que mis dientes, les miro y paso de largo.
TE QUIERO
Somos flores de un sólo día.
Nadie parece darse cuenta de que nacemos con cada amanecer para morir cada noche.
El padre de familia, el estudiante o la señora del tercero, todos piensan que su vida apenas experimenta cambios, son tan sutiles las variaciones que sufren
sus mundos en la interacción con el exterior que sólo son capaces de captar la evolución global medida en años.
Sin
embargo, nosotros, que sólo existimos durante un día, acaparamos cada segundo y cada situación sin dejar que se escape nada. No quiero dormir nunca pero tampoco puedo desperdiciar tiempo temiendo algo que es inevitable.
El sol me ha despertado dándome de lleno en la cara y he sentido pena por todos los que ocuparon este
cuerpo antes que yo y ya no están.
Luego, el ansia de vida se ha llevado todos
los recuerdos y el mar ha bañado mi cuerpo.
He sentido hambre. Tres personas
se cruzaron en mi camino: una, joven, me mira desde un alto con arrogancia y sigue caminando sin darse cuenta de que la senda termina en barranco. He intentado avisarla, pero estaba demasiado arriba para oírme.
El otro, debía ser uno que trabaja. Me ha insultado. Gritaba algo acerca de que soy joven y debería trabajar.
No entiendo por qué alguien recomienda algo que a él le sienta mal. Sólo había que mirarlo para saber lo enfadado y triste que estaba. No me dio comida pero me enseñó que eso del trabajo debe ser algo muy desagradable.
Me mantendré alejado de él. Si puedo.
La tercera, una anciana de larga melena blanca, me ha dado un bocadillo. Me lo comí al lado
de una fuente. Afortunadamente el agua no hay que mendigarla.
Cuando el sol estaba
más alto mis oídos se han llenado con el trino de los pájaros. He tenido que sujetar fuerte mi alma para que no echase a volar con ellos.
Luego
tuve frío y he perdido un minuto recordándote. No debería sentir nostalgia de nadie, pues a nadie conozco, y sin embargo no puedo evitar echarte de menos.
La tarde me ha dado sed y estoy completamente borracho. He mojado tu recuerdo en alcohol pero no conseguí quemarlo.
He llorado tu ausencia por todas las barras de esta fea ciudad y la noche me ha sorprendido con el deseo de seguir viviendo.
Al fin, la pena que aprisionaba mi alma, atándola al suelo, se ha ido.
No puedo evitar sentirme afortunado al saber que la muerte besará mis ojos mientras tu cara se dibuja en mi último pensamiento. Tal vez
así consiga que el que ha de nacer mañana viva para encontrarte.
CON SU CONSENTIMIENTO SEÑOR/A
Está
lloviendo. No puedo evitar deprimirme cuando llueve. Probablemente tú dirías que son tonterías, por eso nunca te lo he contado. Pero ya ves, es algo que quería que conocieras de mí y al final siempre me salgo con la mía.
Es curioso
que presumas de conocerme tanto. Te guías sólo por lo que yo considero superficial y desconoces o simplemente ignoras todo aquello que me hace respirar.
Hay tantas cosas que no quieres entender.
Supongo
que no es mala intención. Al igual que un pianista que no ejercita sus dedos, el alma humana si no se detiene en sus sentimientos pierde la capacidad de interpretar los más sublimes.
Quiero que te quede algo muy claro. Yo no te pido que me entiendas, ni siquiera sé si me apetece gustarte. Hay muchas cosas de ti que yo no apruebo
y a mí también me parece ridícula tu forma de ver la vida. La diferencia entre tú y yo es que yo soy capaz de respetarte y tú a mí no.
Tengo que darte la razón cuando dices que sólo vivo para el vicio. Estoy enganchado a las noches con estrellas, al vino con colegas, a los porros y a esos besos que
salen de un alma para llegar a otra, que por cierto tuyos guardo pocos. Hay muchas cosas que me colocan pero no sirven para llenar los vacíos, que son infinitos. Por eso a veces me drogo sin más.
No hago deporte como el hijo de Lola y mis notas no se parecen en nada a las de Andrés. Ellos por su parte no leerían los libros que yo
leo ni entenderían las películas que me gustan. Yo no me siento superior a ellos. Perdóname por no considerarme inferior tampoco.
Llevo
un tiempo realmente perdido. Son tonterías, como siempre. La vasca, que no me llena, no me gusta mi vida, no le encuentro sentido a las normas que sigue el mundo... Ya ves, eso es lo que ha hecho que te ignorase durante el último mes.
Te resultará
extraño que ni siquiera hayamos discutido. No, eso te daría la exclusividad o al menos el papel principal en mi decisión y no se trata de eso.
Simplemente se me hace insoportable seguir en un mundo en el cual miles de personas comulgan con las ideas que me hacen insoportable la convivencia contigo. Me gustaría ser
fuerte, un superviviente, pero lo cierto es que soy un cordero. No puedo luchar todos los días y me paso el tiempo acumulando mala ostia, que sale cuando menos lo espero.
Me da miedo la gente y tú eres uno más.
Da
recuerdos a Susana. Dile que me llevo muchos momentos mágicos. Y a Robe... a Robe dile que mi amor es eterno, está en todo lo que he escrito.
Por
favor, diles esto textualmente aunque lo consideres escandaloso. Piensa que es la última voluntad de un reo de muerte.
Bueno,
que os den a todos. Este se las pira. Suerte.
P.D. :
Lo de cortarme las venas en la
bañera no es por joderte y mancharlo todo. No puedo evitar poner cierta nota poética al momento. Siempre me ha perdido mi vena artística. Te dejo dos mil pesetas en la mesita para que pagues a Reme, la que limpia los portales, por si tú
no puedes hacerlo.
Santa Lucía se encargará del resto.
EL RINCÓN MÁS CÁLIDO
De niña, cuando estaba deprimida, solía refugiarse en la buhardilla.
Allí, en una de las paredes, había una grieta que dejaba pasar un rayo de luz.
Ella jugaba con él durante horas. A veces era una princesa y el rayo cubría de oro su cabeza, otras solamente bailaba hasta desfallecer y algunas, las menos, se sentaba
en frente y sólo miraba.
Un día de esos en los que estaba sentada, con
la cabeza rota por las preocupaciones habituales, entró en el mundo sin aristas.
Allí
todo era suave y redondo, las palabras, las formas... Nada tenía esquinas. Un cristal diminuto hubiera servido para romper todo su equilibrio.
Luego
vinieron más viajes.
Al principio ella no se lo proponía, simplemente
pasaba. Después, a fuerza de concentrarse, llegó a dominar la forma de entrar en ese mundo.
Todo
era perfecto y hubiera permanecido así de no ser por su padre.
Un día,
llevado por una furia reparadora, subió al desván provisto de maderas y clavos y se dispuso a tapar aquella molesta grieta.
El
mundo sin aristas desapareció como había llegado. No dejó llantos, ni nostalgia, ni tan siquiera el recuerdo. Cualquier sentimiento oscuro iba en contra de su propia esencia.
Así, ella pudo crecer y convertirse en la hija perfecta para su padre, pues se graduó
en económicas con
la mejor nota de su promoción, como tantas veces él había soñado que haría el hijo que nunca tuvo.
Supo ser la hija perfecta para su madre, que, aunque orgullosa de que fuera una mujer liberada con
carrera, siempre había albergado la secreta esperanza de verla casada decentemente.
Fue
la esposa perfecta para su marido, que supo de lo acertado de su elección cuando ella, libremente, decidió abandonar su trabajo para dedicarse a sus hijos.
Y fue la madre ideal que siempre tenía todo preparado y una sonrisa en los labios para despedir a los niños cuando se iban al colegio.
Todo hubiera seguido girando en el mismo sentido, perfecto e inamovible, de no ser por aquella mañana en la que decidió
levantarse un poco antes.
Un detalle no encajaba en su mundo: había un cuchillo
encima de la mesa de al cocina. Y eso fue suficiente para romper la realidad.
Mató
a sus hijos, apuñaló a su marido y comenzó a hacerse cortes por todo el cuerpo.
Cuando
los camilleros luchaban por atarla para poder hacer una cura de urgencia, ella, bañada en sangre, sólo podía gritar una cosa:
“Dejar
salir la Luz”
ADIÓS, MI QUERIDO MISTER HYDE
¡Ostia!¡No
he regado las rosas del jardín! Lástima, ya es demasiado tarde para volver.
El
despertador me saca de un sueño vacío, ya son las siete. Hace tiempo que ya sólo duermo para descansar, mi cabeza no es capaz de despegarse de la realidad que me asfixia ni cuando cierro los ojos.
Tomo café, siempre café.
Miro el periódico, todos los días es igual, podría leer el del lunes toda la semana y estaría igual de mal informado.
En el autobús la misma vieja gorda, con distinta cara, me aprisiona robándome el poco aire que dejan el resto
de los pasajeros.
Me bajo y camino los cien metros que me separan de la oficina. La
calle está desgastada por el roce de nuestros zapatos. Todos los días un ejército de funcionarios venden sus sueños al Estado. Y pensar que me alegré hasta el infinito cuando aprobé las oposiciones. Con juez, la condena
no habría sido más real, pero tal vez hubiera sido más consciente de donde me metía.
Pólizas,
impresos, impresos, pólizas y a las tres de vuelta a casa. De pequeño quería ser maquinista.
Riego
las plantas o limpio el polvo. Veo la tele o... veo la tele. Ya se me olvidó para qué servían los libros.
A
las once me acuesto y de nuevo suena el despertador.
Mi barómetro anímico
sólo oscila ligeramente a ambos lados de la indiferencia. Así el mal humor es sólo un ligero ronroneo y la euforia se queda en una sonri
estúpida que me acompaña todo el día. Hoy estoy de mal humor.
Café,
periódico y a la calle.
Cruzo la carretera pensativo y el chillido de una mujer
me distrae por un momento. La oigo, grita ¡cuidado! ¿Yo? Miro al frente, ya es tarde, las luces me tragan y luego la oscuridad. Sonido de ambulancias, prisas, a ratos pasillos largos, a ratos caras preocupadas, luego, sólo silencio. Salgo
a otro mundo, no sé bien qué pasa. Poco a poco empiezo a intuirlo.
De
pie, frente a la llama de mi existencia, hay algo nuevo por primera vez en veinte años. La cruzo. Detrás el desierto, no me asusto, sigo caminando y entonces llego a la vida.
Aquí hay energía para alimentar el tendido eléctrico de toda una ciudad. ¡Claro! en algún lado debía estar todo el espíritu
que me faltaba, y yo que pensé que simplemente no existía.
Los colores
son vivos y a ratos todo se hace más oscuro. Me doy cuenta al cabo de cierto tiempo de que mi mundo pierde intensidad cada vez que un pinchazo atraviesa mi brazo. Curiosa coincidencia.
Murmullos ininteligibles me rodean en forma de mariposas. No entiendo lo que dicen y sin saber por qué eso me hace feliz.
Camino eternamente y a ratos vuelo. De repente un golpe me clava al suelo. Todo me sacude y doy vueltas y
vueltas en una espiral incontrolable. Una tormenta eléctrica quema mi pecho...... mi corazón vuelve a latir y las mariposas respiran un momento. ¿Por qué no dejan de revolotear a mi lado?
20
Más pinchazos, más oscuridad, yo quiero la luz y ellos trabajan para alejarme de ella.
Soy consciente por un momento de que he tenido un accidente, estoy en un hospital lleno de mariposas con mascarilla.
Me siguen pinchando y yo chillo en el vacío. Nadie atiende mis súplicas. Quiero volver a encontrar los colores,
quiero salir de esta espiral sin sentido.
Sudo, lloro, lucho y vuelvo a llorar en mi
impotencia. Al fin consigo levantarme.
¡Mierda! la misma llama que marcaba el
inicio del camino baila burlona frente a mis ojos. Entonces, en medio de la desesperación veo la luz. Tengo que desearlo tanto como sea posible, debo emplear toda mi energía en apagar la llama, tengo que conseguir salir y pasar al otro lado.
Soplo, pero no hay suficiente convicción en mí.
Lo intento de nuevo dejando atrás todos mis miedos y ahora sí, al fin lo consigo.
Mientras, las mariposas se alejan. Me agacho para coger un carbón en los restos de la hoguera.
Con él en el bolsillo emprendo un nuevo viaje, ya sin retorno, con paso firme y decidido. Sonrío
tontamente y mi alma se hace grande hasta llenarlo todo.
Entonces un pensamiento ensombrece
mi triunfo: ¡Ostia!¡No he regado las rosas del jardín! Lástima, ya es demasiado tarde para volver.
21
EN LA CALLE PASO A TU LADO
Soy el hijo parado de un obrero mal pagado.
El
concepto de miseria se ha ido desgastando de generación en generación hasta hacer imposible reconocer el origen del término.
Mi
abuelo trabajó una tierra que aunque suya, casi no le daba para comer.
Mi padre
sobrevivió aferrado a una máquina, que ya no le pertenecía, y todos los meses traía el alpiste para mantener nuestra pobreza, metido en un sobre amarillo. Ahora no
es mía ni la comida que encuentro todos los días dentro del plato.
Vivo
con mi hermana.
Tengo que dar gracias porque ya no existe el derecho de pernada. Ahora
los niños pijos que se la quieren tirar pagan y gracias a eso vamos tirando los dos.
Ella
es una puta y yo soy un consuelo que le sale barato. Por un módico precio limpio su casa, le hago la comida y cepillo lentamente su pelo cuando llega a mí, rota.
Usada como una muñeca vieja, a sus veinticinco años ya no le quedan venas donde chutarse.
Me gustaba verla reír cuando jugaba. Desde que no sueña no ha vuelto a hacerlo más. Ahora, una mueca patética que quiere ser sonrisa
endulza su cara de mono para no asustar a los clientes.
Ella bebe gin tónic
entre polvo y polvo y yo quise ser chapero. Cuando se enteró casi me mata. Me tuvo durmiendo tres días en la calle, hasta que se ablandó.
22
Luego vino a buscarme. Nunca me ha fallado y sé que jamás lo hará.
A
veces tiembla mucho y soy yo quien tiene que picarle. Odio verla morir de esta manera.
Mi
padre ha muerto. Se lo llevó un cáncer de pulmón sin que hubiera probado un cigarrillo en toda su vida. Es curioso que las cajetillas de tabaco de todo el mundo traigan lo de que “fumar perjudica seriamente su salud” y que
no haya ningún cartel por el estilo en las fábricas avisando que trabajar es aún más peligroso.
Mi
madre presumía de ser fuerte como un toro, jamás se hizo una revisión médica. Tuvo tres hijos y el ginecólogo sólo la vio al final de cada embarazo. Pasó la menopausia sin atención médica, aunque
si hubiera ido a la Seguridad Social, única cosa que podíamos permitirnos, el efecto probablemente hubiese sido el mismo.
-Mamá,
deberías ir al médico.
-¿Para qué?, si yo estoy bien.
Un cáncer de mama pudo con ella. Me río cada vez que la caja tonta dice lo fáciles
que son de detectar y lo avanzados que están en su curación. A mi familia le ha servido de mucho toda su tecnología.
Juan,
querido Juan. Mi hermano, mi dulce y adorado hermano. ¿Qué fantasías acompañarán tus noches en la jaula acolchada?
Sólo
he podido ir a verlo dos veces. Los manicomios me ponen enfermo.
El mundo no es para
las personas buenas y mi hermano era el mejor hasta que decidió descubrir paisajes más hermosos y volar libre dentro de una camisa de fuerza.
23
Yo sé que vive por dentro, aunque las pastillas que le dan maten todo lo que les molesta.
Ya lo pueden lavar, mientras él babea. Ya pueden darle de comer y seguir alimentando su mirada vacía. Él está por encima, más allá, donde ellos nunca podrán tocarle.
Yo no me quejo, vivo. Tú sueñas si quieres algo mejor. Para mí el cielo es pasar un día sin que ningún cerdo me mire
por encima del hombro y el paraíso es saber que mi alma sobrevive libre mientras las de todos ellos mueren esclavizadas.
SENTIDO POÉTICO O EL MITO DEL DESTINO
Hacía frío y decidí entrar en una cafetería.
Mientras me tomaba un vaso de leche caliente (no puedo beber café porque después me duele el estómago) entró la chica más guapa
que había visto en las últimas dos semanas.
Llevaba un vestido negro
y estaba triste, yo lo sabía, podía notarlo.
De entre todas las probabilidades,
debía de haber más de doscientas sillas vacías, decidió sentarse a mi lado y, contra toda lógica, me habló.
-Hola.
Contra toda lógica, yo le contesté.
-Hola, ¿quieres tomar algo?
-Sí,
¿qué pedirías tú si sólo te quedase esta noche para beber?
24
En cualquier otra circunstancia aquella pregunta me hubiera helado la nuca, aunque pensándolo bien, en cualquier otra circunstancia yo ni siquiera le hubiera hablado. Allí,
en el café de Alex, todo me pareció de lo más normal y la respuesta vino a mis labios.
-Ginebra
con limón.
-Pues que sea eso entonces.
Luego llegó otra copa y la pertinente invitación a cenar por mi parte. Lógicamente, ella aceptó.
-Sólo puedo pagar una pizza.
-Me encanta la pizza.
Cuando
llegamos a la última porción, yo ya estaba locamente enamorado, pero no me quedaba más dinero.
-Bueno...
me ha encantado conocerte...
-Por favor, no me dejes.
Se me rompió el corazón. La había identificado nada más verla, no sabía dónde la
había conocido pero ella estaba en mi vida antes de aquella noche. Tal vez en el barrio, o en alguna discoteca... No sé, no podía parar de pensar en ello pero no encontraba la respuesta.
-Me encantaría poder invitarte a un trago, pero no tengo un duro en el bolso.
-Paseemos por el parque.
Lógico,
a la una de la mañana, con la pila de yonkis que pueden atracarte, los vagabundos y algún que otro cabeza rapada para darle color al tema, era de lo más natural ir a dar una vuelta por allí.
-Me parece una idea estupenda.
Durante los diez primeros minutos nos reímos. Aquel día la fauna habitual del lugar se había tomado vacaciones. Todo estaba tranquilo y la noche era más
cálida que cuando me decidí a entrar en la cafetería.
25
Hablamos y yo me fui colgando de sus palabras. Las utilicé como escalera para llegar a mi memoria y entonces la encontré.
Hacía una semana yo había tenido una pesadilla terrible. Desperté empapado
en sudor, con toda la experiencia grabada en mi mente y un sabor raro en la boca. Fui al baño acordándome de todo y cuando volví ya no recordaba nada. ¿No le ha pasado a usted nunca? Crees que lo vas a recordar toda la vida y luego
simplemente se evapora, dejando solamente el sentimiento que ha provocado en ti. Cuando me pasa eso me siento estúpido e impotente al mismo tiempo.
A
lo que iba. Mirándola, allí junto a un acebo, recordé su cara, tan hermosa, el vestido negro con aquella mancha negra, que al principio me pareció agua, sus ojos mirándome limpios y su sonrisa mitad amarga mitad agradecida.
No podía ir en contra de la poesía, las historias viven en un mundo propio y se deben
respetar sus reglas las raras veces que alguna de ellas visita el nuestro.
Mientras
le clavaba la navaja hubo un momento en el que me arrepentí de lo que estaba haciendo. Segundos después, tras haber mirado a mi alrededor y ver la perfección de aquel sueño, me detuve en observar toda la escena y me coloqué
con el sabor a sangre que me había quedado en la boca, ¿sabe?, como si me hubiese hecho cien kilómetros corriendo.
Y
eso fue todo, señor agente, ¿no hubiese hecho usted lo mismo en mi lugar?
26
M. C. D.
Son
tiempos difíciles estos.
El diablo cuida de Dios y de vez en cuando Dios debe alimentar a Satanás. El ser humano ya no sostiene la eternidad. Son la música y los
cuentos los que pagan el kalimotxo; y es que, aunque todo haya cambiado, nuestra vida sigue siendo del mismo tejido que los sueños.
Si alguien me hubiera dicho hace unos cuantos siglos que iba a acabar fumando porros con este pringao
en un bar y escuchando una apología de la violación, el asesinato y el sacrilegio, le hubiera fulminado con un rayo.
Pero así son las cosas, ahora me río de mis profetas, odio la creación que
me dio la vida y sólo respeto a unos pocos ateos que se atreven a cagarse en mi nombre.
EN LA NADA
Ya
tengo ganas de ver el sol.
Solo conozco oscuridad y los sonidos han sido mi única
guía.
Sé tanto sobre el corazón humano y tan poco sobre todo lo
demás.
27
Tendré que aprender a caminar con paso firme. Orgulloso y noble sabré ser humilde con el débil y fuerte
con el poderoso.
Me van a gustar los dátiles. Un deseo irrefrenable de probarlos
me acompaña desde que oí su nombre.
Detesto la falsedad de la gente.
Cuando nos hablan su tono me dice una cosa y sus palabras otra. Recuerdo perfectamente cómo
se llamaban las tres únicas personas que no usaron dos lenguas, el corazón se fundía con su voz. Me sorprendió descubrir que había gente así, aunque me entristece que sean tan pocos. Estoy deseando conocerlos.
Por las mañanas el mundo hace mucho ruido. Los animales se despiertan pronto y luego todo
el poblado habla. Me cuentan cosas con sus cacerolas, con martillos que golpean, con monstruos que rugen y se van rápido. El vendedor explica que su mercancía es la mejor y aprendo a regatear en manos de Uri, la anciana del pueblo.
Las tardes son mis favoritas. Mientras estamos en la mecedora, fuera de casa, el calor empieza a
apagarse y los mayores cuentan historias a los niños que salen de la escuela. Allí se va a descubrir como funciona todo. El maestro me enseñará y yo pondré toda mi voluntad en aprender bien a vivir.
¿Me gustará el mundo?
He oído hablar tanto sobre los colores. El rojo es un guerrero que habla furioso sobre la última cacería. La madre naturaleza tiene el alma
verde. Yiyo, el loco burlón, debe ser amarillo. La voz de mi padre, profunda y fuerte, es el negro. Mi madre, dulce y suave, sin duda rosa. ¿De qué color seré yo?
28
En la noche, lo de fuera se confunde con lo de dentro y todos me acompañan al mundo sin ojos.
Hay cosas que hacen luz. Con ellas puedes romper la oscuridad y cortar un trozo para asomarte a ver. ¡Ojalá tuviese yo algo así aquí
dentro!
Ya he hecho un amigo. Samu, el perro gruñón, por su manera de
ladrar sé que me intuye y está esperando mi llegada.
Quiero hacer algo importante que ayude a la gente. Tal vez encuentre el camino que
une el corazón con la boca
para poder así eliminar esa falsedad que tanto me molesta.
O a lo mejor soy un gran guerrero.
Me
gustaría robarles el secreto a los pájaros y volar. Debe ser alucinante elevarse sobre el mundo y sentir desde arriba.
Me
muero por saber cómo huele todo. La comida, Samu, la tierra que pisa mi padre... ¿Y tocar? Sentir en mis manos el roce de la piel de otro o el aire dándome en la cara.
Sí, me va a encantar estar ahí fuera. Tengo miedo pero estoy deseando que suceda.
CONSIDERANDO
EL ÍNDICE DE MORTALIDAD INFANTIL EN ÁFRICA, ES POCO PROBABLE QUE LOGRE SOBREVIVIR, Y DE HACERLO, A EFECTOS SERÁ LO MISMO. SU VIDA NO VALDRÁ NADA DESPUÉS DE QUE CRUCE EL ESTRECHO EN UNA PATERA EN BUSCA
DE UN MUNDO QUE LO DESPRECIA SIN CONOCERLE.
29
NAVIDAD "DULCE" NAVIDAD
Dedicado a toda la gente
que pasa sus días en el túnel
de la plaza de Zabalbuzu
y al resto de hombres
libres del Mundo
Las miserias que se os caen del bolso me dan de comer. Paso el día sonriendo a quien me escupe. Gracias por ignorarme. Es mejor no ver. A mi
no me asusta la soledad.
Subo a comprar un litro de leche. Miles de carros repletos
de cosas que nadie comerá, señoras con abrigos de piel que no necesitan, cajeras con un oficio que no les gusta...
¡SONREÍD COÑO, QUE ES NAVIDAD!
Mientras toco la flauta, alguien se aleja
tarareando mi canción. ¡Es tanto!. Un sólo gesto, la intención basta, algo de calor humano para la estufa, que no se mueran mis sentimientos. Entre tanto frío alguna vez tiene que salir el sol.
Locos los que buscamos, más locos aún los que esperan y los demás todos ciegos.
África pasa por las Cortes y el mercado de carne pone a tu alcance cualquier niña de quince
años por una dosis...
¡SONREÍD COÑO, QUE ES NAVIDAD!
30
Tengo un colega,
un reloj roto, cuatro cigarros negros y muy buena voluntad.
Miles de ojos miran en
mi dirección, nadie me ve, unos pocos villancicos y alguna que otra canción triste.
Dos
duros, el Manu con su guitarra, un lapicero y un minuto de libertad.
Vuelvo abajo,
la frustración me hace llorar. Pierdo a mi amigo y el reloj, inexplicablemente, comienza a caminar.
Nunca
estoy cerca, lo intento pero hay mucho mar, aún así, el amigo vuelve; ahora sé que nada malo puede pasar.
Tiro
el reloj al suelo, lo piso y el tiempo me deja en paz.
El lapicero se ríe y yo os chillo: ¿acaso
no oís lo que dice mi música?
¡SONREÍD,
COÑO, LOS DE AQUÍ ABAJO SABEMOS QUE ES NAVIDAD!
EL TÚNEL
La música mece suavemente mis pensamientos.
Mi sol está en los fosforescentes de un paso subterráneo y es la noche la que me trae el mundo.
Aquí debajo, la monotonía es el peor enemigo, así los sentimientos aprenden a saltar bajo el más
pequeño de los estímulos.
La sed, el deseo de vivir un pedazo de día...
Tengo que reconocer mi avaricia, tampoco puedo renunciar a la noche. Odio tener que dormir pero me encanta soñar.
31
Y así, despacito, me voy colando en la vida de la gente. Aprendo psicología instantánea
como el descafeinado. Soy un ladrón de sonrisas que a veces traen alguna moneda. El azar es mi destino y la anarquía mi bandera. No tengo nada que hacer y puedo intentar todo lo que quiera.
Mi alma vuela continuamente hacia los paisajes que este subterráneo no me deja ver.
Poco a poco, cuando ya tienes que pensar el número de días que llevas debajo, aprendes a ver que hay un submundo en estos túneles.
Las historias son muy rápidas, pero no por ello menos interesantes. Los yonkis con sus ansias y carencias, los estudiantes con sus medias
personalidades, personajillos que serán, pero todavía no son, los enteraos, los señores con corbata que nunca dan un duro porque pagan con Visa, las marujas con sus bolsas, sus niños y su inapetencia sexual. Las vidas de todos y
cada uno de ellos me pertenecen durante unos segundos.
Trabajo moldeando mis gestos
y mi voz, para penetrar en su mente y vencer el muro que la rutina ha puesto en sus corazones.
Hoy
no tengo ganas de hacer nada productivo, no me he lavado y tengo la ropa hecha un asco. Sólo quiero escribir y ver pasar el tiempo.
Si
encuentro un río bajo Bilbao, tal vez meta esta historia en una botella. Con un poco de suerte igual te llega.
A SOLAS CON TU RECUERDO
La luna guarda mis espaldas y todo el bosque es mi casa.
Hice un llavero con el recuerdo de la gente a la que quise, pero, como no tengo puertas, hace tiempo que lo perdí.
Huyendo de las palabras he descubierto la vertiente olvidada del
pensamiento.
El instinto se ahoga entre el cemento y no se pueden ver las estrellas
desde la barra de un bar. Es absurdo, pero, aun sabiendo todo esto, no puedo impedir que la depresión juegue a la pelota con mi alma de vez en cuando. Hecho de menos la música el ruido, las drogas y tus ojos.
Lloro como un niño tu ausencia, grito a la nada y a veces echo a correr durante horas, pero nunca logro dejar
atrás el miedo. No soporto la idea de no volver a verte, ni siquiera en el mejor de mis días. En los momentos negros la esperanza y mi estupidez se encargan de prolongar la agonía.
Juego al ajedrez continuamente con la locura y hasta la última flor de mi universo ha oído hablar de ti.
Cuando te tenía cerca, la gente y el ruido no te dejaban oírme. Ahora que al fin puedo volar, tu recuerdo rompe
mis alas y se ríe en mi cara mientras me dice que tú y yo jamás estaremos juntos, por mucho que lo desee.
Cuando
ya no lo soporto pienso en regresar, sueño que tú estás esperándome y llego a olvidar que nunca me quisiste.
Al final todo
pasa, como siempre, y vuelvo a ser yo por encima de todo.
Los días se suceden,
el invierno termina y con el deshielo la vida despierta y el cauce del río crece arropado por todos los colores de la primavera.
Juego
con los cachorros que aprenden a caminar, saludo a los pájaros y el sol da calor a todas mis mañanas.
Estoy
vivo.
He muerto, he resucitado y aún sigo esperándote.
DERRAME CEREBRAL EN EL SUBSUELO DE MI SUBCONSCIENTE (En el Bar dela Esquina)
La noche se hace cada vez más densa, casi irrespirable. Todo parece más real con cada paso y creo que si consigo
llegar al final del camino moriré aplastado por el peso de lo que siento, pero, afortunadamente, desde mi mediocridad ese final es una utopía.
Cuando
pienso que no lo conseguiré, hecho a correr y una rabia inútil me incapacita, impidiéndome ver, negándome el verdadero movimiento.
Aturdido
y confuso, busco en la luz de las farolas el camino que me lleve hasta tu estrella, para acabar siempre vomitando en los servicios de ese bar sucio y oscuro donde a veces todos coincidimos.
Por regla general sólo vivo y como el resto de la gente me afano en construir mundos artificiales que me impiden perderme definitivamente en el nuestro.
Como ves, todo es monótono y tranquilizador, convenido y conveniente, casi perfecto. Hasta
que llega tu recuerdo. Entonces la nada se hace más nada y en el vacío más intenso llego a la noche, que me trae a estas páginas, que me impide estar cuerdo.
BAJO EL PUENTE
Construyendo con fragmentos,
sobrellevando el recuerdo con la imaginación,
voy tejiendo mi vida
al mismo tiempo que nace esta poesía.
Hace tiempo que mi llanto está vacío
al igual que mi alma.
Pero fabricando sentimientos
he llegado a creérmelo.
¿Por qué la realidad rompió mi frente
condenándome a mendigar eternamente
fantasía?
Soy una puta sombra
que se arrastra mientras
vuela.
Y si como parece nada tiene sentido,
¿por qué esta melancolía?
¿por qué
este absurdo empeño
en quemarme al calor de tu desprecio?
Mi encantadora Dama de Hielo,
Porque lloro
y mientras lloro escribo
y mientras escribo hago el cuento
y del cuento, mi vida.
UN DÍA COMO OTRO CUALQUIERA
Hoy es un día normal. Ni más ni menos malo que cualquier otro. De no ser por esa pequeña gota que hizo rebosar el vaso, ni siquiera
tendría nombre en mi memoria. Y sin embargo, perfectamente podría ser el último.
Mi
vida se compone de periodos de calma y temporadas en las que todo lo malo parece ir acumulándose hasta llegar a un punto límite. Es entonces cuando exploto.
Y así, en medio de una tormenta de rabia consigo volver a aguas tranquilas. Estoy en una espiral macabra. Resistiendo un temporal tras otro, teniendo como única referencia
la línea del horizonte.
Es durante la tormenta cuando el mar me parece más
hermoso. Saberte pequeño, sentir miedo y al final la puesta de sol y tus pulmones enchidos por el esfuerzo. Paz.
En
días como éste se agudizan los contrastes. Siento la rabia de un animal enjaulado, el odio sin sentido del demente, el miedo del niño y la desesperación del anciano.
A ratos me pregunto si merece la pena. Al fin y al cabo sólo soy uno más. ¿Por qué derrochar tanta energía en este
absurdo empeño de aferrarme a la vida?
Luego estoy alto, muy alto, donde nada
ni nadie puede tocarme y al minuto caigo, destrozado y sin fuerzas, la voluntad no me llega ni para matarme y lloro, mirando al resto del mundo desde la nada, hasta que el vértigo vuelve a levantarme de nuevo.
Me gustaría despertar de una puta vez, dejar atrás esta pesadilla y no conservar ni el recuerdo.
Sé que ésta sería la única solución.
Nunca tranquilidad y conocimiento podrán ir de la mano mucho tiempo caminando por este absurdo mundo.
El diablo me mira desde un rincón y se ríe. Nada tiene sentido.
Envidio la felicidad del ignorante, porque la conozco, me la presentó la razón que me la niega.
ME LLAMAN DEMENTE
Me llaman demente, basurero de los sentimientos
más oscuros, cobarde que se oculta tras la fantasía para no dejar ver sus miedos.
Me
llaman hermano de los parias, deshecho y a veces “Nada”.
Me llaman amigo
de los desarrapados y hasta ellos de mi nombre reniegan.
Son mil espinas las que bordean
mi corona y de tus sueños se alimenta mi reino.
Me llaman y no me encuentran
y son aquellos que me llaman sin nombrarme los que intuyen dónde empieza mi alma.
Me
llaman pobre e ignorante y de lo que me enseñan con su odio nutro día a día mi esencia.
Me
llaman y no me encuentran. Son sólo los que tienen algo que enseñarme los que saben de qué color son mis ojos.
De
lo bueno, de lo malo, del aire, de lo que tú no quieres, de lo que a otros les sobra y de lo que a mí me falta, de su llanto y de mi risa, es mi vida un cuento irreal. ¿Y la tuya? ¿acaso piensas que por más racional puedes
escapar a la fantasía? La irrealidad, lo absurdo de tu existencia es la razón en sí misma. No existe la lógica, sólo soñamos.
Me llaman y a veces me huyen. No se dan cuenta de que a la suela de sus zapatos pego mi vida.
Desde lo más bajo de tu ser y con orgullo. Para los que no me encuentran absurdo, para ti que crees conocerme sólo una frase que ni siquiera es mía:
“Las flores sólo crecen en el estiércol y yo de tu desprecio hago poesía”
MÍRAME
Y tú me mirabas, niña, tú me mirabas.
Yo, enamorado como un crío de la luna,
te sabía sólo un reflejo.
Pero, ¡es que tú me mirabas, niña, tú me mirabas!
Desde tus ojos llegué
a tus labios
y de ahí ¡ay! cómo duelen tus miradas.
Tú me mirabas, niña, tú me mirabas.
Y jugaste con mi pelo,
por fuerza tuviste que ver mi cara.
Es imposible que no me sintieses.
Por encima de toda esa gente.
Por favor, niña, no me mientas,
¿verdad que me mirabas?
Sé que eres sólo una ilusión.
Mi razón ya sabe que no puede haber nada.
No te conozco, es cierto,
pero mírame ahora y dime, así, de frente,
que no me mirabas.
DUERME, NIÑO, DUERME
Relájate, busca la línea del horizonte
y dime lo que ves.
Sobrevolando los tejados como un pájaro,
vuelve a ser niño.
Recupera la conciencia mágica.
¡Persiguiendo en tu interior los colores del amanecer!
Así, despacio, respirando sin sentir,
el mar está dentro y el asfalto
no puede frenar la fuerza de las olas.
No existe ruido capaz de impedirte
escuchar tu alma.
Vuela, niño, vuela.
Quiero volver a perderme,
recuperar la pureza de tu sonrisa...
¡Debe ser pecado dejar que tanta belleza
muera aplastada por
sus miedos!
El hombre del saco ya no tiene nada
que hacer.
Conseguiremos matarlo de aburrimiento siendo felices
y volveremos a comer perdices.
Y ahora duerme,
niño, duerme.
Mañana te contaré cuentos nuevos
y tal vez tú
quieras enseñarme a volar.
ILUSIONES
Cuando me di cuenta de que no se puede restaurar el vacío para obtener conocimiento perdí el derecho a morar
en las estrellas.
Antes, contemplándolas, mi alma era grande y yo moraba dentro
de ella. Ahora, su reflejo sólo sirve para enmarcar la realidad en la que me muevo, un buen escenario para un pésimo guión, como una postal de Unicef, papel de regalo para embellecer la miseria.
Ya no podemos seguir disfrazando la injusticia, no hay ilusionista lo suficientemente bueno, no hay político lo suficientemente
hipócrita ni ciudadano lo suficientemente ciego. A nadie se le escapa ya que no hay dinero para pagarnos los segundos perdidos.
Pero
aun sabiendo todo esto mi yo sigue ahogándose dentro de tu ceguera y tú te consumes a causa de mi egoísmo. Sólo coincidimos en nuestros lamentos.
Bueno, lo único positivo es que como la zona oscura es el comienzo no hay lugar para el miedo, ya no queda nada que podamos perder.
TE HECHO DE MENOS
Nuestro amor habita en las ruinas
de un recuerdo condenado al olvido.
Nuestro
amor es amargo, rojo y violento.
Fruto de retales, cuerpos medio hechos y carencias.
No entiende de lo conveniente y convenido.
Sólo existe.
Nuestro amor es la lápida fría y hostil
que encierra una pasión
por siempre insatisfecha.
Distancia, noche y silencio.
¡Shssss...! Los cipreses nos espían a lo lejos.
Nuestro amor es un niño sombrío y huérfano
que mató a sus padres en Domingo.
Yo todavía te espero.
En el nicho, con mi traje nuevo y su cuchillo,
sigo dándole algo de aliento.
Creo que aún te quiero.
NO ME OLVIDES
El arte agoniza.
La
tecnología pone al alcance de cualquiera sueños prefabricados y la imaginación hace tiempo que se ahorcó por puro aburrimiento.
Racionalizando
la brutalidad se puede justificar cualquier masacre. Luego, frente a tu plato de albóndigas, el telediario de las tres te contará lo que ha sucedido.
Los lobos están hambrientos, cualquier cosa vale. Se recicla lo antiguo convirtiéndolo en basura, se destruye lo nuevo hasta hacerlo comercial. Un universo de mentes
vacías espera ser llenado de mierda socialmente autorizada.
Dios se ahoga en
vuestras alcantarillas y una epidemia de ceguera recorre las calles.
Ya nadie vuela
en el mundo sin capa de ozono.
El brillo de la locura abrasa los ojos de los pocos
que lo intentan. El peso del individualismo arranca alaridos de odio a las almas que se atreven a soñar al margen de la masa.
Un
viejo profeta escribe a la luz de una vela, mientras por su barba chorrea parte del penúltimo trago de vino.
Cuando
la botella se acabe, el arte habrá muerto.
POR
DINERO
Regálame algo.
Dámelo sin más;
Quiero olvidar que todo tiene un precio.
Puedes acariciar mi pelo,
besar mis ojos,
o tal vez, llenar mi oído de amor
mientras me duermo en tus brazos.
Miénteme con palabras de miel,
dime que no pasa nada,
que nunca pasa nada.
Pégate a mis sueños y besa mi frente.
No quiero volver a llorar en silencio.
Rózame con tu alma o
miénteme,
pero por favor,
tú sólo
regálame algo;
yo pagaré el resto.
SEDUCCIÓN
En tu noche reconozco los caminos del cazador.
La
música prepara mi cuerpo para el deseo y comienzo a buscar.
El instinto afila
los colmillos y la línea que separa el bien del mal se hace cada vez más tenue.Yo te rozo, sólo te rozo.
Bajo
el manto de la oscuridad tu realidad no agrede mi fantasía. Miro a través de la rendija y comienzo a querer más.
No
hay paz en mi reposo, sólo nostalgia de vértigo. Sigo corriendo, yo cada vez más rápido, mi corazón cada vez más lento.
Ahora ya no hay reglas, a ratos todo es posible y segundos más tarde dudo hasta de mi propia existencia.
¡Cuidado! Imaginación y Locura conspiran contra Realidad.
Cuentan los marineros que bordeando el infinito corres el riesgo de naufragar en los mares del conocimiento. La suerte me acompaña y yo consigo seguir rozándote,
a pesar de que cada vez quiero más.
Todavía aguanto, por favor, dejadme
seguir esta vez, otro paso, sólo uno más... Vomito.
Hoy, con toda seguridad,
será un día horrible; pero el amanecer me encuentra sonriendo.
La magia
aún no se ha roto y tú sigues sin quitarte el vestido.
FAUNA DE ASFALTO
La
ciudad se ha vuelto extraña.
Es como si mi empeño por soñar la
hubiese hecho diferente. Muy atrás quedó ya ese ser impersonal y sin vida que servía de envoltorio a mis fantasías. En su lugar, toda una Drag Queen me ha desvelado su yo más oculto, convirtiéndose así en el
verdadero regalo, harta como estaba de tanto papel secundario.
Continuamente se empeña
en darme conversación, aunque casi siempre es sólo una excusa para presentarme a alguno de los duendes, hadas o brujillas maliciosas que forman parte de sus amistades y, de paso, coquetear un rato.
Ya sé que te parecerá increíble lo que te cuento. Yo, al igual que tú, pensaba que el último Elfo también
se había enganchado a la Nintendo. Pero no, a la mayoría, ahora sé que hay más de uno, les ha dado por el alcohol y las drogas duras. Bueno, al menos así salen más de casa. Y los puedes ver, créeme,
si tienes un poquito de suerte y estás atento, los puedes ver. Suelen pasar el rato saltando de barra en barra disfrazados de noche.
Tengo
un amigo que a veces va al monte y me trae flores. Tal vez yo consiga algún día llevarle un duende borracho metido en el bolsillo.
MIENTRAS DESPIERTO
Necesito escribir un cuento que te haga ver y sólo tengo esta vida y un bolígrafo prestado para intentarlo.
¡Grandes ojos fijos! ¡Tan hermosos y fríos!
Frágil cristal con el que me corto mientras juego.
Dime tú que piensas, si es que aún conservas la capacidad de hacerlo.
Entre sueños vacíos y sábanas de felpa, descansa un niño muerto. Le enterraron en el cuerpo de un adulto y ahora se está pudriendo.
Hacia afuera, desde dentro. Cáncer sin dolor, real y dañino como el malo de un cuento.
Quiero aprender a jugar pero ya no hay críos con los que pueda hacerlo. Tampoco encuentro
risas en las calles y ni siquiera el llanto me parece sincero. Sólo logro distinguir breves susurros ahogados en una absurda vergüenza y sentimientos de papel para ir matando el tiempo.
Y así, a lo tonto, yo sigo sin conocerte, tú aún no sabes lo que pienso y es más que probable que todos estemos dormidos.
Felices e ignorantes, mientras la música no suena y se mueren los sueños.
CAMPANILLA
Me
gustaría poder escribirte algo romántico y tierno. Sería maravilloso que luego tú me mintieses y que yo, envuelto en tu engaño, pudiese volver a creer en el amor y en los sueños.
Pero es difícil imaginar el sol que caliente a todos bajo el puente.
Iremos a la playa, comeremos spaguetti y, tal vez, alguien llegue para cantarte al oído lo que yo compuse un día para nosotros.
A ratos será dulce y luego la mar volverá a enfurecerse y mis miedos impedirán
que finja indiferencia mientras alguien me roba lo que nunca fue mío.
Pasarán
los días, llegará el otoño, tu crecerás y yo probablemente continuaré siendo un niño. Nuestras pequeñas mentiras se irán muriendo y un día al volver la cabeza descubriré que ya no estás.
Me odiaré por haber adelantado el paso, por no darme cuenta, por no estar loco, por haberte
olvidado.
Luego todo se irá. Tal vez, en las tardes oscuras el recuerdo vuelva
a intentar imitar al sufrimiento. Los monstruos ya no darán miedo y alguna vez volveré a llorar sin motivo. ¡Ojalá pudiera creer que, de una manera o de otra, tú estarás siempre a mi lado!
Pero es difícil imaginar lo eterno desde un universo finito.
Me gustaría poder escribirte algo romántico y tierno pero sólo sé decirte que soy feliz. Aunque mañana todo haya
muerto, hoy al despertar he descubierto que Campanilla sigue durmiendo a mi lado.
SÓLO PARA TI
La
cárcel desde la que te escribo no tiene barrotes. Miles de prisioneros sin nombre arrastran su uniforme por el pasillo. Una verdad inventada por otros guia sus pasos.
El mito de la caverna va cobrando vida al tiempo que Platón muere afectado por un extraño virus informático.
Desde la telebasura se nos habla de las pateras y su Estrecho pero nadie parece conocer el nombre del último cerebro ahogado en Internet.
Y lo más terrible es que todos lo sabemos, por mucho miedo que tengamos no podemos negar
que lo sabemos. Hemos matado al planeta y ahora nos estamos pudriendo.
Nuestros hijos
ya no leen, los envenenaron con un videojuego. El campeón de ajedrez les reta desde una caja y por cincuenta pesetas pueden elegir entre matarse con el vecino o ir a esquiar al Pirineo.
La felicidad de muchos reside en los pasillos de un supermercado y, por obra y gracia de un publicista, la ilusión, desde hace unos años,
es un ciego.
Yo sólo reparto papeles y observo.
De vez en cuando alguien me mira y se ríe. Por un momento cobra forma y al poco rato el vacío vuelve a hacerlo
prisionero.
A mi lado, por encima de los cadáveres, caminan los muertos.
Las celdas son cada vez más caras y los que no llegan duermen en el suelo. Así que
no olvides que a pesar de todo tienes suerte, no olvides dar las gracias a tu carcelero.
Ayer
te vi en el patio y hoy, para que lo sepas, yo te lo cuento. Luego tú verás, puedes seguir negándotelo o comenzar a creerlo.
SIN TÍTULO
Bajé a los infiernos buscando el valor que me acercase a las estrellas.
Encontré el rincón más oscuro, allí donde no llega ni el escalofrío. Cerré mi mente a cualqquier cosa que no fueses tú
y comencé a apuñalarme con tu recuerdo.
El dolor me robó las piernas,
impidiéndome correr.
El miedo fue transformándose en pánico y
el camino comenzó a estrecharse hasta conseguir secuestrar el horizonte.
Rodeado
de sangre, más débil cada segundo, tu recuerdo me sigue ayudando a morir. Fiel aliado de Carionte, ¿en qué lugar del camino suplantaste a Cupido? ¿es acaso sólo esto? ¿no hay nada por encima del sufrimiento?
Mi mente comienza a nublarse, he perdido mucha sangre, ya no recuerdo a dónde iba cuando todo empezó, todo.
El
agujero es cada vez más estrecho y lejano. La duda se convierte en certeza. No podré salir.
Fue
entonces cuando llegó la mano que cogiéndome del cuello me enseñó el cielo. Y así conseguí coger el trozo de estrella que te había prometido, pero tú ya no estabas para regalártelo.
VEINTE AÑOS DESPUÉS
Despertar todos
los días es nadar en sudor. Odio abandonar mis sueños incluso cuando no duermo.
Miles
de mercenarios hambrientos y mal pagados pisan las calles por donde camino.
Durante
un tiempo lograron secuestrar mi conciencia, escapé y fueron a por mi cuerpo, desaparecí y por ahora voy ganando, sigo vomitando mis borracheras en su planeta.
Son la política del miedo y la falta de imaginación las que mantienen rapadas sus cabezas. Cada día, en cada calle, un joven muere para convertirse en un soldado
torpe e insatisfecho, un fantasma insensible condenado a pagar eternamente sus deudas. Si no necesita nada, tranquilo, alguien lo inventará para él.
Se van acumulando objetos inútiles en basuras infinitas. Las noches huelen a muerte, a latas vacías de cerveza, a violación, a jazmín sintético
y vozka con seda, a placer prohibido que muta para convertirse en rutina de supervivencia, a esperanza vacía, a ilusiones rotas, a peleas conyugales, a miedo.
De vuelta a casa, la razón solitaria mea en cualquier esquina acompañada por los insultos de algún ciudadano indignado que continúa sin darse cuenta
de que lleva años cubierto de mierda.
Si te apetece, cuando el ayuntamiento
encienda las estrellas, nos encontraremos en ese bar donde vive la resistencia, jugando a ser guerrilleros borrachos mientras unas risas puras e infantiles nos recuerdan que en este mundo cruel y absurdo aún queda vida. Ya sabes, como siempre, tu libertad
es la contraseña.
DE LO REAL, DE LO PROHIBIDO,
DE TUS SUEÑOS, DE LOS MÍOS.
Soñé ángeles pateando vertederos.
Soñe estrellas cayendo al vacío porque el hombre olvidó mirarlas.
Soñé pastores esquivando el tráfico en carreteras infinitas que nunca llegarán a Belén y ovejas descarriadas que
los aguardan en los burdeles de su inútil camino.
Soñé con reyes
corruptos que trafican con mirra mientras Baltasar muere injustamente apaleado por los vecinos de San Francisco.
Soñé
relojes de arena que atrasan y miradas desgastadas por los minutos perdidos.
Soñé
sangre, violencia y luz de vida en un cócktel macabro confundiendo sus sabores.
Soñé
lágrimas de espuma salpicadas por una marea negra.
Soñé que tus
labios se negaban a los míos desde un corazón sin vida.
Soñé
niños sin juguetes y madres llorando su prematura muerte frente al fusil de un soldado.
Soñé
un mundo justo aplastado por la sonrisa del banquero.
Soñé platos vacíos
apoyados en mesas de mármol blanco.
Soñé túneles sin gente
recorridos por espectros de antiguos flautistas.
Soñé que despertaba
y sonreí al recordar que nada soñado es verdad.
ENVASADO AL VACÍO
Me
gusta cómo huele la ciudad, y sobre todo, adoro el vértigo de su noche.
Soy
un subproducto de vuestra devoradora fiebre consumista, el sobrante incontrolado, esa infinitésima porción que por pequeña se desprecia hasta que te la encuentras frente a frente.
He mutado hasta poder comerme toda tu basura y gracias a ella sobrevivo todos los días y aún saco tiempo para seguir riéndome.
¡Y cuidado, estoy creciendo!
Tengo mil caras y para ti sólo un nombre. Si no fuera porque todos conocemos la respuesta, esto se parecería a una adivinanza. Te estorbo,
y a pesar de todo consigo seguir bebiendo kalimotxo. Tú en el bar, vicio social. Yo en la calle, y es que nunca tuve vergüenza. En confianza, ese fue uno de los efectos que causó en mi genética tu contaminación. No se lo cuentes
a nadie.
Me puedes pisar al salir de la iglesia, a la entrada del supermercado o entre
bar y bar cuando estés de copas. Nunca duermo y es muy difícil que me veas enfadado, soy capaz de darte las gracias mientras me dices que no tienes dos duros y agarras con tu mano la billetera. Como ves, soy muy funcional. Sirvo para casi todo.
Pero nadie es perfecto, todavía no he aprendido a arrodillarme.
Mis vicios más
preciados me los reservo, al igual que tú necesito intimidad. De todas maneras no me importa confesar que siempre me han atraído más las drogas que follarme a niñas argumentando ante mí y ante Dios que es caridad. Pero, de
todo tiene que haber, ¿no?
Como ves, soy igual que tú. Sólo hay
una pequeña diferencia. Cuestión de evolución.
CRAZY
Anoche
me dediqué a pasear.
Estuve en todas esas calles donde jamás debes adentrarte
y bebí cerveza sin burbujas dentro de un ataúd lleno de extraños. Apenas tuve tiempo para ver las estrellas y el olor de la ría me recordó lo lejos que estaba el mar.
Durante un rato me entretuve estudiando a los distintos personajillos que la noche me iba presentando. Luego, cuando me di cuenta de que yo era un personajillo
más, sólo tuve tiempo para recordarte. Ahora mis botas me miran desde el centro de la habitación mientras la cuerda cuelga del techo frente a mí.
No me conoces, eres sólo un reflejo momentáneo en la luna de un escaparate, una ilusión breve y hermosa que me sonríe para luego desaparecer, un motivo
tan bueno como otro cualquiera para matarse. El mejor remedio para la resaca.
TE HECHO DE MENOS
Nuestro
amor habita en las ruinas de un recuerdo condenado al olvido.
Nuestro amor es amargo,
rojo y violento. Fruto de retales, cuerpos medio hechos y carencias. No entiende de lo conveniente y convenido. Sólo existe.
Nuestro
amor es la lápida fría y hostil que encierra una pasión por siempre insatisfecha. Distancia, noche y silencio. ¡Shssss... ! Los cipreses nos espían a lo lejos.
Nuestro amor es un niño sombrío y huérfano que mató a sus padres en domingo.
Yo todavía te espero.
En
el nicho, con mi traje nuevo y su cuchillo, sigo dándole algo de aliento.
Creo
que aún te quiero.
SEDUCCIÓN
En
tu noche reconozco los caminos del cazador.
La música prepara mi cuerpo para
el deseo y comienzo a buscar.
El instinto afila los colmillos y la línea que
separa el bien del mal se hace cada vez más ténue. Yo te rozo, sólo te rozo.
Bajo
el manto de la oscuridad tu realidad no agrede mi fantasía. Miro a través de la rendija y comienzo a querer más.
No
hay paz en mi reposo, sólo nostalgia de vértigo. Sigo corriendo, yo cada vez más rápido, mi corazón cada vez más lento.
Ahora ya no hay reglas, a ratos todo es posible y segundos más tarde dudo hasta de mi propia existencia.
¡Cuidado! Imaginación y Locura conspiran contra Realidad.
Cuentan los marineros que bordeando el infinito corres el riesgo de naufragar en los mares del conocimiento. La suerte me acompaña y yo consigo seguir rozándote, a
pesar de que cada vez quiero más.
Todavía aguanto, por favor, dejadme
seguir esta vez, otro paso, sólo uno más... Vomito.
Hoy, con toda seguridad
será un día horrible, pero el amanecer me encuentra sonriendo.
La magia
aún no se ha roto y tú sigues sin quitarte el vestido.
FAUNA DE ASFALTO
La
ciudad se ha vuelto extraña.
Es como si mi empeño por soñar la
hubiese hecho diferente. Muy atrás quedó ya ese ser impersonal y sin vida que servía de envoltorio a mis fantasías. En su lugar, toda una Drag Queen me ha desvelado su yo más oculto, convirtiéndose así en el
verdadero regalo, harta como estaba de tanto papel secundario.
Continuamente se empeña
en darme conversación, aunque casi siempre es sólo una excusa para presentarme a alguno de los duendes, hadas o brujillas maliciosas que forman parte de sus amistades y, de paso, coquetear un rato.
Ya sé que te parecerá increíble lo que te cuento. Yo, al igual que tú, pensaba que el último Elfo también
se había enganchado a la Nintendo. Pero no, a la mayoría, ahora sé que hay más de uno, les ha dado por el alcohol y las drogas duras. Bueno, así al menos salen más de casa.
Y los puedes ver, créeme, si tienes un poquito de suerte y estás atento, los puedes ver. Suelen pasar el rato
de barra en barra disfrazados de noche.
Tengo un amigo que a veces va al monte y me
trae flores. Tal vez yo consiga algún día llevarle un duende borracho metido en el bolsillo.
EUGENIA U.G.