ME LO SOPLÓ EL VIENTO
INTRODUCCIÓN
Las palabras, los poemas
se encuentran en el viento
como en el viento perduran
aún el aliento y la magia
del primer hombre
que se pensó a sí mismo.
En ese preciso instante
inventó la palabra...
estas palabras
que recogí del viento.
CASIPOEMAS CON PAISAJE
GÉNESIS
Sí, es cierto, también yo estuve allí,
también el mar fue un día mi morada
y galopé valiente la cresta de las olas
y arremetí con furia sobre la agreste roca
para minar los muros de los acantilados
y a las amables dunas he lamido su arena...
...y me recuerdo luego mecido en el crepúsculo,
vela sin viento, horizonte sin rumbo definido,
aguardando una corriente que me arrastrara lejos,
a alguna playa donde arribar sin miedo,
a algún lugar soñado en el exilio...
...la tierra me acogió en brazos minerales
como a un recién nacido...
Te siento viva, viva, viva mía
cuando siento tu aliento que agoniza.
La más torpe expresión de la ignorancia
valora al hombre según sus posesiones:
ensalza al rico en base a sus ganancias
y repudia por miserable al pobre.
Poco más que un relámpago
dura la magia del conocimiento,
poco más que el deseo
de olvidar quien no eres.
Era de un negro tibio,
casi sombra.
Vivía al filo del abismo,
en el acantilado,
sobre los arrecifes
que fueron de coral
un día ya olvidado.
Vigilaba tenazmente,
con precisión saética,
la salida del sol
y arrodillado
sobre la roca agreste
daba gracias
a un dios desconocido
por el rojo inflamado
de un cielo promisor:
un nuevo día.
Carmesí en tus labios
carmesí en mis venas
es tu boca abierta
rubí que me quema.
El hombre ha dominado,
el hombre se ha dominado,
la inteligencia ha vencido,
¿la razón es el caos?
Puedes vivir la vida que te toque
o aquella que pretendas vivir.
¿Qué color prefieres?
Te dije esperanzado:
ahora nos queda el amor...
Lo encerraste en una urna
y arrojaste la llave
al fondo de tus miedos.
El príncipe azul
y la rosa princesa
comen perdices rojas
bajo el verde tejo
protegidos del orofuego sol.
Él le dice a ella
ayer sin ti no era
y ella le dice a él
mañana no podré ser sin ti.
Y cuando no me quede
nada de mí mismo,
sólo entonces,
devoraré mis sueños.
Horizontes exactos,
iluminadas sendas,
fieles signos grabados
sobre madera muerta
configuran un alba...
de triste palidez.
Si la música es la forma
más dócil del Tiempo
(a Borges por testigo);
si tú eres música de mis horas,
si la música
se basa en el silencio...
¿por qué no te callas
de una puta vez?
De todas las vidas posibles
he elegido ésta:
la que me salva
ineludiblemente de la muerte.
(A Borges)
Yo soy el Tiempo,
tengo la edad del Hombre,
soy aquel primer hombre
que se pensó a sí mismo
en el crisol del Tiempo.
Soy también aquel gaucho
pendenciero de arrabal,
mitad cuchillo, mitad corazón,
que busca en la noche
la salida del laberinto
a través del brillo de otra hoja.
(A Monterroso)
Soñó que había dejado de existir.
Cuando despertó ya no estaba allí.
De repente me susurró el papel:
“Ay, si yo contara lo que sé de ti”.
Me enamoré en secreto:
ni yo mismo lo supe.
Lo descubrí más tarde,
mientras recogía los pedazos
de mi roto corazón.
Verde mar
verdes ojos
blanco abrazo
negros despojos.
No esperes encontrar
más que pequeñas cosas
al fin de la escalada.
Atrápalas ahora,
¡atrápalas, atrápalas!
Cuando al fin llegue a ti,
Nube Blanca,
sé que hallaré en mi pecho
dos corazones uno.
¿Dónde estás Nube Blanca?
Semillafruto
canción de cuna
verde horizonte
el sueño perdura.
Guíame entre el gris,
perro vagabundo,
muéstrame tu luz.
Mira cómo se yerguen esos cerros,
cómo resisten el embate del viento
sin inclinarse apenas más que polvo...
¿Somos acaso el polvo de esos cerro?
Aún queda mucha luz:
Mira la negra noche
salpicada de estrellas,
mira ese puro amarillo
de abrasadora luz,
siente qué hondas raíces
te sujetan
al centro de la tierra,
al fondo de ese abismo
oscuro e insondable
donde sin embargo
la semilla es también brasa
y germina en la luz.
Ojos miel
boca fresa
cuello dientes
tibia piel...
¿todavía recuerdas
la primera vez?
¡¡Una pasión me habita...!!
¿Estaré vivo?
Era como un largo túnel...
No, no recuerdo si tenía principio.
¿El final? Era como un largo túnel...
Le dije ¡hola!
y me arrastró con ella
hasta el fondo del mar;
le dije ¡adiós!
y me envió al infierno.
Déjame deslizar tus cabellos
entre mis dedos de reloj de arena
y percibir así el paso del tiempo
desde la raíz hasta la ceniza
pasando por el viento:
déjame ser viento.
Azul sobre verde
horizonte terrestre;
azul sobre azul
horizonte marino;
gris sobre gris
un hombre solo.
Te siento espada,
viento, madrugada,
te siento mar, te siento ola,
te siento todo, toda;
el sexo usa mil formas,
el Amor, una sola.
La fértil curvatura de tu pubis
es capaz de trazar una línea recta
(curva en el infinito)
con el sólo movimiento
de tus ágiles caderas
impulsadas por su sagrada
esclavitud a tus deseos.
Quise atrapar la luz
y se transformó en sombra;
quise horadar la sombra
y descubrí la luz.
De cómo vendí mi libertad:
de cómo cedí a la Naturaleza su parte
y me quedé sin alas.
Azul,
en las oquedades
azul,
para otorgar
un azul
espacio a la ternura,
azul.
Mientras un sólo hombre
mire hacia atrás sin odio;
mientras un vagabundo
recorra nuestras calles;
mientras sonría una mirada;
mientras una pareja
se ame en horas de oficina;
mientras alguien olvide
poner en hora su reloj;
mientras no estés en casa
cuando llame el destino;
mientras quede un cobarde
oculto en la trinchera;
mientras alguien sueñe
con los ojos abiertos;
mientras se muera un hombre
apretando otras manos;
mientras sigamos juntos
a pesar de estar lejos;
mientras suceda algo parecido
nos quedará esperanza.
El Tiempo,
ese adversario que todo lo devora,
ha decidido ya mi última hora,
lo presiento,
presiento que mi tiempo se acaba
y pronto seré sólo las ruinas
de un supuesto destino.
Éste no me hallará cuando llame a mi puerta
pues ya no estaré allí...
¡Que se joda!
El buen apologeta de la verdad
reclama a la noche estrellada la verdad suprema
y sólo le contesta un gélido silencio.
El buen apologeta de la verdad
escruta el horizonte oceánico
y descifra en él innúmeros senderos
tantos como vidas pueblan esta tierra.
El buen apologeta de la verdad
renueva las metáforas sin ánimo de lucro
y reserva para sí su mentira final.
Quise ser viento y tan sólo fui polvo
prisionero del aire en un rayo de luz.
Quise ser senda y fui sólo guarida
refugio de mi mismo bajo el silente azul.
Quise ser mar y fui tan sólo espuma
navegando un instante la cresta de la ola
para rendirme luego al voraz arenal.
Quise ser fuego y apenas si soy brasa
expuesto a los esputos que cada día proyecta
la necedad humana en mi ardorosa piel.
Quise ser yo y me transformé en sombra
compañera de nadie vagando solitaria
entre ruinosos sueños de amor y libertad.
APENAS SOMBRA
Apenas una sombra de lo que fuimos,
desterrados de la ciudad de la luz,
vagamos sin ilusión por campos de cordura
que el árido viento del desencanto
transformó en estériles páramos.
Las amables colinas de las utopías
que antaño paseamos unidos
en ligera ascensión
a la búsqueda de ignotos horizontes
son hoy escarpados muros de hormigón,
inexpugnables paredes carcelarias
que custodian cualquier otro horizonte
que la locura pudiera imaginar.
Planas paredes de imposible derribo
nos muestran groseras el paisaje del miedo,
la sumisa obediencia a las leyes del hombre.
Recrean el Infierno prometido,
en cálidos colores terrenales,
y un augurio de muerte silenciosa
a quien enajenado las pretenda escalar.
Apenas una sombra de lo que fuimos
porque larga es la noche que comienza,
insomne y descarnada, absurda pesadilla
de milenio mostrándonos los dientes.
Vagamos por el tiempo sin mirada
porque duele mirarse en los espejos
y ver sólo una sombra reflejada
donde antes te cegaba la pasión.
Se nos quiebra la voz agazapada
en cavernosas almas solitarias
temerosa de escuchar su propia eco
al pronunciar los nombres del amor.