ATEÍSMO

 

         El concepto de dios surge del miedo. Del miedo a lo desconocido: ¿volverá a brillar mañana el Sol o será ésta una noche eterna? ¿desapareceremos después de nuestra muerte o existirá otro lugar donde seguir siendo? El hombre crea un dios todopoderoso, capaz de devolverle el brillo de los astros cada día, y crea un dios sobrenatural y trascendente para convencerse de que existe otro lugar donde ir a parar al morir, si no con sus huesos, al menos con todo ese edificio espiritual levantado con la argamasa de sus emociones, de sus recuerdos, de su psiquismo. Un edificio energético que él piensa personal e intransferible y que intuye, como cualquier otro tipo de energía, transformable, pero no destructible.

         La idea de dios es inmanente al hombre. Si éste no existiera, jamás habría sido concebido un creador, un dios salvador, porque para poder pensar en él, primero es necesario pensarse a sí mismo, conceptuar y evaluar el medio que te rodea, presiona y condiciona, y por último llegar a la impotencia y el miedo: miedo al rayo, a las inundaciones, a la sequía, a las erupciones volcánicas, a los terremotos, al huracán, a la enfermedad, a la noche, a la soledad... miedo a lo imprevisible, a fuerzas tan poderosas como incomprensibles. Y miedo, sobre todo, a la muerte.

         A medida que la investigación científica va explicando el origen de todos estos fenómenos y haciéndolos llegar al conocimiento general de los pueblos, a medida que dichos conocimientos pasan a formar parte de su legado cultural a las nuevas generaciones, el hombre común se aleja de la superstición y abandona sus miedos ancestrales. Minoritariamente, en las sociedades científicamente más avanzadas y con acceso a una ilustración humanística, llega incluso a aceptar su temporalidad, la fugacidad de su paso por la vida, la inabarcable vaciedad de su muerte, pues sabe que es la única manera de superar el último de sus miedos: el temor de dios. En este mismo instante nace un hombre libre.

         Viene a decir García Viñó, en su excelente ensayo “El soborno de Caronte”, que el ateísmo resulta un pensamiento demasiado radical como para no necesitar explicarlo. Bien, ¿y el agnosticismo? ¿no lo necesita? Pienso que los agnósticos son como algunos demócratas de urna cada cuatro años: no creen, pero por si acaso. No existe postura más cómoda que evitar definirnos claramente sobre un concepto que supera nuestra capacidad intelectiva. Ni más natural, sobre todo si nos va en ello la muerte. Pero creo que al menos deberíamos intentarlo.

         Dios es un concepto invocado por la razón, por la capacidad de raciocinio, en un momento en que el hombre carecía de conocimientos precisos para explicar su entorno y los fenómenos naturales que condicionaban su existencia, así como para explicarse a sí mismo y paliar de alguna otra manera sus dudas y sus miedos. Si aceptamos que sin el hombre jamás habría sido pensado un creador, deberemos transferir éste a la inmanencia humana y no a una trascendencia universal. Asimismo, dado que el hombre ha creado tantos y tan dispares dioses a lo largo de su Historia, sería lógico transferir esa inmanencia a cada grupo cultural. Y debido a que no existe más que en la mente de cada ser humano y cada individuo idealiza a dios a su manera, concluiremos afirmando que dios es una abstracción mental inherente a cada cual, a la más pura individualidad psíquica de cada persona.

         Pues bien, el ateo, sencillamente, mata a ese dios que habita en su interior y se erige en dueño y señor de su propio ser. Se alza libre de él y de todos los temores doctrinales que por tradición le habían inculcado durante su formación sociocultural. El ateísmo ha estado ligado con frecuencia al concepto de acracia porque ambos poseen idéntico significado: la liberación de cualquier poder, de cualquier dependencia, de toda esclavitud. En este caso un poder sobrenatural, totalitario, absolutista. El ateísmo nos hace libres y verdaderamente responsables de nuestros actos y de nuestros destinos, pues ambos dejan de estar en manos de una divinidad ineluctable.

 

 

arcatora

LIBERTARISMO SOLIDARIO

 

El anarquismo basa su filosofía en la valoración suprema del hombre como unidad biológica independiente, por encima de su entidad social, con capacidad para asociarse libremente a la búsqueda de unos intereses etológicos y culturales que mejoren su modo de vida y aseguren su supervivencia y la de su descendencia.

            Esta relación, creada en su propio beneficio y respaldada por el contrato social, podrá disolverse si no sirve a sus fines y el individuo se considera perjudicado.

            La exclusión social tiene su origen en las disputas generadas entre los diferentes grupos por alcanzar el poder dentro de las sociedades con jerarquía piramidal. El poder se traduce en beneficios particulares sobre el reparto de la riqueza producida en el seno de la sociedad, con el consiguiente perjuicio para las personas a medida que se alejan (o son alejadas) del vértice de la pirámide.

            Esta injusticia social convierte el contrato en un verdadero fraude, y proporciona por tanto al individuo el derecho de disolverlo si lo cree conveniente. Esto supone la no aceptación de las normas establecidas y la formación de nuevos modos relacionales a la búsqueda de la supervivencia.

            Marginalidad, delincuencia, extremismo político... son contestaciones a dicha exclusión  y responsabilidad por tanto de los grupos dominantes, provocadores del hecho diferencial y de los problemas que del mismo emanan.

            El libertarismo solidario es un movimiento que hunde sus raíces en el más genuino anarquismo, para aglutinar esfuerzos de grupos e individuos excluidos (social o culturalmente), asegurando el respeto a la libertad y la individualidad humanas por encima de cualquier otra consideración, y sobreponiéndose a la vez a las diferentes contradicciones establecidas entre el individuo y las complejas sociedades actuales en el desarrollo de la supervivencia dentro de las mismas.

            La búsqueda del equilibrio en el reparto de la riqueza, la horizontalidad de las relaciones interpersonales, sociales y de las diferentes instituciones creadas para posibilitar el ejercicio del federalismo y la democracia directa participativa, representan la base de su estrategia sociopolítica y corren parejos con el desmantelamiento progresivo del sistema piramidal mediante nuevos modos de organización periférica, ajenos a los mecanismos oficiales de representación y acción social, sobradamente devaluados debido a su demostrada ineficacia en la generación de justicia social.

            Su progresiva expansión en la lucha sociolaboral contra el neoliberalismo, debido a su capacidad para cohesionar diferentes tendencias ideológicas, necesita el aporte estratégico de una nueva cultura (comenzando por la literatura y el arte), una nueva educación y la creación de espacios mediáticos alternativos, de contrainformación, pero también de formación de un nuevo concepto de sociedad, de contrato social y de relación entre las personas. Esta es la apuesta más fuerte del libertarismo solidario, realizable mediante la implantación en el seno de la sociedad de  pequeños grupos atomizados, casi imperceptibles, que se extiendan por toda ella como células cancerosas a la espera de la soñada metástasis.

 

 

 UNICIDAD

 

         He estado en todas partes, con mi presencia, con mi imaginación, con mi memoria. Todo lo he visto, a veces con mis ojos, a veces con los tuyos. Y en todas partes hemos visto lo mismo: injusticia, miseria, dolor, desolación. Allá con dictaduras antropófagas, acá con urnas funerarias hemos visto lo mismo: marginación, asedio, pillaje, alienación. El hombre por el hombre conquistado, humillado, torturado, aniquilado. Todas las revoluciones sumadas en la Historia son apenas un ligero murmullo de rabia y de dolor ahogándose en el griterío salvaje de la depredación. Nos han engañado desde siempre: el rey de la selva no es el león, sino el omnívoro fagocitador cainita que un día no lejano se irguió sobre sus cuartos traseros en medio de la noche y descubrió en las estrellas un abismo insondable, aterrador. El miedo lo dirige desde entonces y como perro amarrado a las piedras del camino ladra y muerde a cualquier desconocido que por su territorio se acerque a curiosear.

         He estado en todas partes y he visto, y tú también, al niño de la mano, en sus primeros pasos, la mirada inocente de descubrirlo todo cual la primera vez. Solamente en sus ojos, ya lo dijo el poeta, puede anidar segura la promesa remota de otra revolución. Lo hemos visto después “apegarse a otro cuerpo como una enredadera” y amar con la hondura de la tierra hasta abrirse en capullo y florecer. Y también elevarse y pintar sobre el lienzo el sexo de los ángeles y cincelar el silencio hasta la melodía embriagadora, lenguaje de los dioses, o el mármol hasta la Venus voluptuosa o el perfecto David de Miguel Ángel o encadenar palabras hasta alumbrar con ellas el río de la vida, la llama del amor, la fosa de la muerte...

         Lo hemos andado todo y en todas partes hemos visto a los hombres luchar por ser más hombres y aprender a volar. Sabemos que existimos porque nos hemos visto ofrecer nuestra vida para alentar a otra o dedicar nuestra existencia a mejorar la de todos sin buscar beneficio que no sea el común. Sabemos que existimos. Y que nuestra existencia está compuesta de tiempo, un tiempo breve que siempre queda corto dedicado a una obra que no acaba jamás. Tomamos el relevo de manos del legado que nos dejan aquellos que sin querer se van. Por un camino u otro, más o menos certero, sabiendo que aunque erremos lo importante es andar. Nada está perdido. Nada puede perderse pues no existe el olvido. La memoria es común, disponemos de un banco de memoria universal. Mientras exista un sólo hombre seguiremos luchando por salir de la selva y aprender a volar.

 

 

RECIPIENTES

 

         En las esquinas del tiempo, la libertad es un valor de cambio, fluido que se adapta al recipiente que lo contiene. Puedes sentirte más libre en una amable celda que en un espacio abierto sometido. Sólo la selva nos conduce al preciado espejismo: la cantidad de energía primitiva que puede generar tu pensamiento. Sólo el salvaje es libre, desprovisto de condicionantes socioculturales que limiten la percepción de su propia cordura, exento de imposiciones educativas que alienen y cuadriculen su existencia.

         Un imposible en el medio urbanita, donde únicamente la soledad te permite ser tú sin restricciones. Mas buscamos al otro. Y en esa búsqueda nuestra libertad cambia para adaptarse al recipiente que ha de contenerla. La rigidez del material con que construimos nuestras relaciones interpersonales decide la presión a la que sometemos el fluido de nuestra libertad. Y también define su forma. Si el recipiente es elástico puede llegar a emular un magnífico auditorio donde escuchar el sonido de otro corazón palpitando junto al nuestro en libertad.

 

 

Escher

CUESTIÓN DE CONCIENCIAS

 

La conciencia crítica, esa que a veces nos quita el sueño pero siempre nos impulsa a soñar otras realidades posibles, descansa sobre la ingenuidad del hombre para desarrollar utopías intelectuales y sobre la magia que le faculta para imaginar mundos desconocidos y buscar sensaciones puramente instintivas.

El reformismo político (ya no digamos el conservadurismo) excluye la contestación extraparlamentaria y disocia la integridad de la conciencia humana en aras de una practicidad supuestamente beneficiosa para la sociedad. La transforma en un elemento racionalizador de la existencia, destinado a unificar y dirigir los esfuerzos individuales hacia metas socializadas, de las que en realidad sólo se benefician unos pocos.

El hombre desaparece como unidad biológica y se transforma en consumidor uniformado, al igual que en los regímenes totalitarios se transformaba en engranaje proletario de la maquinaria del sistema o en paria esclavizado de la oligarquía de turno, según el color de la bandera.

Las democracias occidentales no generan utopías ni sensaciones, sino tan sólo comodidad y una falsa impresión de seguridad. Han adormecido, cuando no reprimido, la conciencia ingenua y la conciencia mágica de los ciudadanos.

“Solamente se puede destruir a una gran nación, cuando ella misma se ha destruido primero interiormente”. Con esta frase termina la película “La caída del Imperio Romano”, rodada en pleno apogeo del Imperio USA. Con esta frase termina la realidad de todo imperio.

Antes que yo equivoque mi rumbo será otoño en New York y ya no sonarán los clarinetes de la angustia rogando un mundo sin psiquiatras. Antes, mucho antes que la aurora dicte su sentencia de muerte sobre los adoquines que algunos soñaron de sempiterna arena y ya sólo serán ausencia calcinada en el futuro de quienes lo escribieron con signos de esperanza, habrán sonado los acordes del miedo y la venganza.

No quiero muertos. Quiero sueños de espuma navegando las crestas de poderosas olas. Quiero que sepan lo que es perderlo todo cuando todo tuvieron. Quiero que no se sientan protegidos por su propia ceguera. Quiero sentirme yo, también, rompiendo los últimos adoquines de la urgencia. En sus cuerpos socavados de escombros. En sus almas, derramadas por su propia locura. Nunca existirá justificación para el deshaucio de la vida, para dejar de vivir por un decreto.

Pero antes que yo equivoque mi camino ya no habrá primavera. Porque sin saber somos la única urgencia de todos los hospitales. Somos esa pregunta que flota aún en el aire turbio de la mañana triste y sinsentido: ¿Pudimos evitarlo? ¿Podremos evitarlo diariamente sobre las cotidianas y anónimas vidas de quienes festejan hoy la comunión de la desesperanza?...

Antes que yo equivoque mi camino ya no habrá más que uno. No quiero guerras. No deseo medrar con guerra alguna. Sobre las ruinas del mundo se erigen premios arquitectónicos, a la mejor postura fotográfica, cinematográfica, interiorista. Al mejor guión pillado en cuclillas, sobre las excrecencias de la humillación y la sordera. No deseo extenderme. Sabemos demasiado como para explicarlo en unas pocas palabras. Los salones están abiertos. Allá cada cual con su espectáculo.

Yo sólo digo que llegará el otoño a New York y ya no será el mismo. Sobre la ingenuidad, sobre la cuestionable inocencia, sobre los sueños más o menos certeros de los supervivientes, ya no florecerá la primavera.

Y no seáis tan ingenuos, y no seáis tan inocentes, y no seáis tan soñadores. No sobre el hambre, la miseria y la desesperanza de vuestros olvidados y siempre anónimos albaceas de vuestro bienestar. Nadie merece el olvido, la vejación, el odio de quienes ayudas a vivir mejor cada mañana. A unas horas de avión, a milisegundos de teléfono móvil u ordenador autárquico.

No volverá la primavera sobre el paisaje pintado con el odio. Un eterno otoño prenderá en los corazones veraniegos de quienes sembraron un implacable invierno sin fecha de caducidad en las mentes de todos los habitantes pensantes del planeta. Y no se os ocurra hablar de guerrasanta, porque tan sólo podemos hablar, críticamente, de ciclos estacionales, temperatura global, poder, miedo y presagios. Sólo podemos hablar de que jamás volveréis a ser los mismos ni puta falta que os hace…

 

 

arcatora

DOBLE VIA

(Una utopía racionalista)

 

A gran velocidad avanza en estos tiempos la historia de la humanidad. Su destino final: perpetuarse. A través de dos túneles ciegos cuyo único sentido es confluir a la luz en algún punto que aún se atisba lejano, avanzan a diferente ritmo los dos trenes insignia del gran proyecto humano: la justicia social planetaria y la conservación de la especie.

 

Si el primero es promovido y arrastrado manualmente por las comunidades de base y los grupos de presión tradicionalmente comprometidos con el humanismo idealista, el reparto equitativo de la riqueza y el control de los recursos expoliados a la Naturaleza, el segundo utiliza una potente locomotora alimentada por la Ciencia y dirigida por un limitado número de individuos especializados en sus diferentes ramas: financieras, políticas, biotecnológicas, de la información, etc.

 

Control corporativo, legitimación política y manipulación informativa aúnan esfuerzos en Occidente para destinar enormes subvenciones privadas y monumentales sumas presupuestarias públicas a infinidad de proyectos científicos que generan nuevos conocimientos para una idealizada excusa que debería ser, realmente, su finalidad última: liberar al individuo de su mortalidad y con ello al ser humano de su desaparición, tanto en este mundo como en cualquier otro alternativo: no olvidemos que el sol se extinguirá en unos cinco mil millones de años, y mucho antes  que se convierta en una peligrosa gigante roja habremos de abandonar el planeta tras planificar un largo y hoy enigmático viaje. Eso siendo optimistas y suponiendo que antes de lograrlo no nos veamos convertidos en materia fósil debido a cualquier fatalidad cosmogónica o a un exceso de nuestro bélico y depredador carácter.

 

Nuestra ignorancia es todavía tan suprema que no podemos desechar sin arrogancia cualquier línea de investigación que pueda conducirnos a resolver cada nueva incógnita presentada. Trabajamos en un caos investigativo que la mayoría de las veces no conduce a nada relevante. Otras veces, cuando se logra el éxito, los descubrimientos son destinados a la industria militar o a incrementar el poder de esas élites especializadas, traducido en dinero o en control sobre las masas estratégicamente desinformadas. Física de partículas, ingeniería genética, biología molecular, bioelectrónica, nanotecnología, genoma, proteinoma, clonación.... son términos que han pasado a formar parte del vocabulario popular, de manera que las han hecho tan nuestras que a nadie se le ocurriría cuestionar su desarrollo y financiación.

 

Mientras tanto, un tercio de la humanidad vive en la indigencia y otro tercio esclavizado, humillado y sin esperanza. Y del tercio restante, sólo unos pocos participan de verdad en la toma de decisiones y son, por tanto, dueños de su propio destino.

 

Muerto dios, asumimos nuestro propio proyecto de inmortalidad a través del conocimiento científico. No resulta reprochable en principio, sino más bien inherente a nuestra naturaleza mortal e inteligente, a nuestra necesidad de responder, por un lado, al instinto de supervivencia como cualquier otra especie; pero además utilizando la capacidad de análisis y previsión en el tiempo que corresponden a nuestra entidad de homo sapiens.

 

Es recomendable, sin embargo, considerando que no tenemos demasiada prisa y que la paz mundial no se puede edificar sobre la marginalidad y la pobreza, derivar progresivamente una parte importante de esos gastos (no sólo el simbólico y cínicamente cuestionado 0,7%) a motorizar el otro tren, a la búsqueda de un reparto de los recursos generados (por todos, como bien muestra hoy en día el mapa de explotación de recursos humanos y materias primas en la sociedad global de las corporaciones) más equitativo y distribuidor de justicia social en el planeta.

 

Procurar una velocidad similar para estos dos vectores y crear ventanas laterales en los túneles para no perder de vista un tren del otro, sería el primer paso hacia la convergencia en único carril y única nave que nos conduzca a todos (no sólo a una élite de poderosos depredadores superinformados) a una cada vez mayor longevidad y a la preparación de ese hoy soñado viaje espaciotemporal al que estamos abocados para perpetuar nuestro camino y mantener viva la Vida en las galaxias.

 

 

ELUCUBRACIONES  SIDERALES

 

Sabemos demasiado, aunque sobrevivir al caos (emocional o intelectual) pase en lo cotidiano por hacer la vista gorda. Hemos visto las chabolas de un modo u otro y hemos usado la VISA para comprar accesos a esos palacios interiores donde mora el litigio más duro entre dos mundos. Todos somos prisioneros del tiempo que nos toca vivir y del espacio que delimita nuestra capacidad de acción. Encerrados en nuestra propia piel, apenas si nos resta energía para sentir lo ajeno. Quisiéramos ser más solidarios, más auténticos, más coherentes con nuestros ideales; pero cuesta pensar con el estómago vacío y el cuerpo sudoroso. La VISA compra raciones combustibles y chorros de agua limpia para seguir tirando y poder así dejarnos sorprender por la última puesta de sol o el penúltimo suspiro de placer amarrados al catre regalo del amor. También por un antepenúltimo pensamiento sublime de nuestro inflamado corazón. Retozar al amparo de nuestra tarjetilla de crédito nos permite pensar en los demás y regalar el tiempo que nos sobra. Es la pura verdad, por cínica que sea: somos con los demás lo que nos sobra de ser  para nosotros. 

 

 

arcatora

LA EDAD DE LA INOCENCIA

 

         Como caricia, hermano, te llegan las señales de aquellos que comparten contigo la inocencia. Situados al margen, sobre el bordillo gris que mira con desdén las sucias aguas derramándose  en las alcantarillas tras la lluvia o allá en el altiplano sobre la fina niebla que como mar anega el impreciso borde de un vacío inquietante te llegan sus señales. Tenues pero anhelantes, potente plenitud, configuran una energía alternativa que recorre y alienta las calles y los campos. No estás solo.

         Sedentarios visionarios o nómadas audaces afilan sus aristas a diario contra la mugre y el olvido, contra los arrabales y el silencio, apostando su vida por defender tan sólo lo que les han negado: la inocencia.

         Miraron alrededor un día, perspicaces y sabios presintieron la tragedia y por destino optaron la negación del hombre. Serán siempre unos niños. Saben que la necedad del hombre tan sólo es superable por su mezquindad. Se niegan a ser necios. Y más a ser mezquinos. Eligieron ser libres, incluso de sí mismos, de aquello que aguardaba superada la edad: la edad de la inocencia. La edad de la inocencia no es la infancia o la juventud... La edad de la inocencia es el momento en que comprendes que te la están arrebatando, que te obligan a ser un hombre más.

         Y luchas, una lucha sin sangre, una lucha sin odio. ¿A quién hundir la daga, a quién atravesar con la mirada? No existe daga alguna capaz de apuñalar la historia de la infamia ni mirada que abarque la inmensidad de la desolación humana. No existe el enemigo en esta guerra.

         La única esperanza es escuchar con atención el sonido del agua corriendo por las calles en los días de lluvia y afinar la mirada sobre la fina niebla allá en el altiplano. Y sentir que te llegan con toda su energía primigenia e inmortal el eco de otras voces y la luz de otras miradas que te animan a caminar y niegan la realidad del vértigo como única victoria. Hermano, no estás solo.

 

 

arcatora

DISUASIÓN



La medicina preventiva ha sido sustituida por la medicina disuasoria, nos advierte El Roto en una de sus ácidas viñetas, donde aparece un médico con un amenazador cuchillo de carnicero, que no delicado bisturí, en su mano derecha.


El fundamentalismo sanitario está repleto de contradicciones, y lo mismo te encuentras médicos antiabortistas que incumplen las leyes por omisión, que médicos proeutanásicos que la incumplen por acción directa.


Nos cuentan que las drogas son malas para la salud, pero nos atiborran de pastillas y jarabes para combatir unos virus de inexpugnables almenas o nos convierten en adictos a los somníferos o a los antidepresivos en vez de recetarnos unos vinillos o un poco más de juerga.


Nos consideran la generación más depravada y viciosa de la historia del país, por habernos metido de todo para experimentar con nuestro cuerpo y nuestra mente, pero resulta que nuestros hijos tienen menos expectativa de vida por culpa de la comida basura y las cocacolas, el colesterol y la obesidad.


Nos persiguen como psicópatas reprimidos para que nos cuidemos, no trasnochemos y no abusemos del tabaco y el alcohol; pero lo hacen de noche, con nocturnidad y alevosía, con un cubata en una mano y un paquete de rubio en la otra, y además utilizando contra ti unas drogas asquerosas que te ponen al borde del suicidio, todo ello para alargarte la vida.


En fin, de hipócritas salvadores, rompecojones e hijosdeputa siempre anduvo el mundo sobrado.


Lo realmente admirable es que hoy en día la mayoría pasan desapercibidos. Posiblemente el cambio de política haya convertido a los gusanos en sabios camaleones, crisálida maldita.


Salud.

 

 

arcatora

EL ÁRBOL QUE NOS CIEGA

 

Ingenuos y mesiánicos nos llaman los calzonbajados currantes ideológicos del putreliberalismo rampante a quienes llevamos desde la prehistoria advirtiendo que salir de la cueva comunal era luchar por el árbol más alto y más fructífero; pero que aun así, si no perdíamos de vista la mirada del otro entre tanta espesura, podríamos compartir frutos y alturas sin luchas fratricidas.

Que nos expliquen por qué seguimos hoy pegándonos de ostias. Que nos expliquen por qué para unos pocos el bosque y para otros el desierto. Que nos expliquen por qué para que los bosquimanos podamos colgar nuestros televisores y nuestros sofás de la rama más alta, otros tienen que comer piedras y vivir al ras del suelo.

El conocimiento científico nos ha permitido aprender a leer para poder interpretar el manual de instrucciones de la máquina con que debíamos trabajar. Y a partir de ahí hemos aprendido otras cosas. Sabemos, gracias al conocimiento científico. Pero por mero accidente. No nos han enseñado a vivir. No nos han enseñado a pensar. No nos han enseñado a ser nosotros mismos. Sólo nos han enseñado a manejar la máquina. Lo demás lo hemos aprendido por nuestra cuenta, con mucho dolor y mucha sangre.

Algo que debieran tener en cuenta estos nuevos fascistas. Y también esos otros que cantan a coro el avance del progreso científico en todas sus versiones adaptadas para progresistas de izquierdas, para los irreconocibles, mimetizados, autoflagelados miembros de la nueva izquierda embaucadora y sin trayectoria posible, a no ser dentro de las gubernamentales organizaciones no gubernamentales.

Olvidan todos ellos que la ciencia no es más que una religión de recambio en las sociedades occidentales. Olvidan que la ciencia deriva miles de millones de dólares anuales a la investigación y desarrollo militar, léase espacial, médico, genético, robótico o cuchipandista, al final tan sólo excusas para seguir recabando presupuestos destinados a matar y reprimir a la gleba, destinados a manipular y dirigir los gustos y las conductas de esa gran masa de potenciales consumidores de los que se valen para generar sus aparentemente ilimitados recursos de creación de bienestar y riqueza, bajo la pretensión de que estar bien es estar cómodamente alineado.

Ya está bien de nadar y guardar la ropa. Ya está bien de mantenerse en el banquillo parlamentario cobrando buenas soldadas y corriéndose de gusto con el reconocimiento de una labor pública. Ya está bien de jugar, como niños en el recreo, a que todo puede ir mejor si sencillamente son ellos quienes se llevan los votos, en una sociedad en que el poder político se ha convertido en aliado y garante del poder económico, a quien rinde total pleitesía porque son los poderosos controladores del dólar quienes mantienen el caudal del río para que puedan seguir comulgando con ruedas de molino.

Un poco de ingenuidad, caballeros. Volvamos a jugar en el recreo, pero a las canicas y a la peonza, incluso a pelearnos pero sin hacernos daño.

Y a modo de lección mesiánica decir que la capacidad del ser humano para equivocarse es ilimitada e irremediable. Mas es de los errores que aprendemos a dar nuevos pasos. La experiencia vital es la única madre reconocida por la sabiduría y a ella únicamente le debe obediencia y respeto. Vivir y equivocaos, nos dice ésta a su vez, en plena interacción, pero también nos dice que esa experiencia, para generar hombres sabios,  jamás puede ser manipulada o dirigida.

Sólo del pensamiento libre y del libre albedrío para decidir y actuar en nuestras vidas, se obtiene una experiencia válida y una sabiduría que abre nuestra mente hasta los límites de lo imaginado y el conocimiento real de la memoria histórica, de nuestro potencial para alcanzar otro futuro más digno y compartido.

 

 

arcatora

EL QUINTO PODER



Imaginaos que este quinto poder, que nada tiene que ver con la prensa, a no ser el cómplice silencio que ésta guarda sobre él, tiene capacidad para neutralizar, incapacitar o "suicidar" a cualquier elemento indeseable de los tres principales: legislativo, ejecutivo y judicial.

 

Imaginaos cuan fácilmente podrá hacerlo con cualquier ciudadano molesto, con cualquier ovejita negra descarriada del rebaño.

Imaginaos que se mueven puramente en la sombra, como una congregación esotérica de esas novelas de misterios judeomasónicos, artúricos, templarios que tan familiares nos son desde hace unas décadas gracias a los best seller norteamericanos y a ciertos “visionarios” europeos.

Imaginaos que este quinto poder tiene los medios precisos para realizar su trabajo con total impunidad, con el apoyo económico y la connivencia ideológica de quienes desde las más altas jerarquías del poder, dirigen las otras tres instituciones.

Imaginaos que no actúan bajo preceptos legales, aunque sí consensuados entre ellos, a la hora de decidir una nueva víctima. Imaginaos que esos indicativos se rigen mayormente por elementos religiosos, morales, conservadores y rígidos como los ángulos rectos de una esvástica.

Imaginaos unos profesionales tan prestigiosos o bien considerados como siquiatras, sicólogos, terapeutas, asistentes sociales, educadores, oenegeros... todos ellos trabajadores sociales, ciudadanos ejemplares, tan poco sospechos.

Imaginaos que un número importante de estos "filántropos", mercenarios o no, en busca de una raza mejor, forman parte de una red nacional para proteger y potenciar la salud física y mental y las buenas costumbres en un país de botelloneros, fumetas, pastilleros, cocainómanos, ludópatas, folladores compulsivos y folloneros de plaza pública donde no duerme ni dios.

Imaginaos que como no pueden demandarlos, ni encerrarlos en su puta casa ni meterlos en el trullo, pues deciden joderles la vida a los más "impresentables", a los líderes de la movida o al que más folla de todos, no vaya a ser que al final se tire a la Juani y la deje sin virgo para toda la vida.

Pues bien, dejar de imaginar, porque eso ya está sucediendo. La injerencia de este quinto poder, el poder siquiátrico, en la vida pública, donde la legislación vigente no es capaz de llegar porque no existe delito tipificado en el código penal, pero sí existe un elemento que según ellos es potencialmente peligroso para el rebaño, bien por sus convicciones políticas o religiosas, sus borracheras desmesuradas o sus ligues con jovencitas un poco distanciadas de su edad, pero adultas y a veces más putas que las gallinas, por poner algunos ejemplos, ya se está realizando.

Existe una red a nivel nacional, la "RED ÚNICA DE ASISTENCIA SOCIAL", que escudándose en el "PLAN NACIONAL CONTRA LAS DROGAS", está derivando cuantiosas cantidades presupuestarias desde "EL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES" con la finalidad de proveer a esos elementos de los medios necesarios para el acoso y derribo de sus víctimas.

Esa red está compuesta por trabajadores sociales titulados, que a su vez coordinan a múltiples agrupaciones privadas, vecinales y oenegeras de cada localidad, con un potencial ingente de recursos humanos, formado por personas que de un modo u otro y por unas u otras razones están en guerra contra todo tipo de drogas, malos hábitos y desviaciones variadas del rebaño, todo ello según su particular visión del mundo y su peligrosa manera de justificar unos medios que en principio no tienen más finalidad que el mantenimiento de sus puestos de trabajo, sus subvenciones o sus megalomanías paranoides.

Las armas utilizadas son de origen químico: inhibidores del sueño, depresores del sistema central, simuladores de daños intestinales y genitourinarios e incluso castración química inducida mediante fuertes dolores de cabeza al realizar el acto sexual, por sobrepresión o liberación de alguna sustancia en las meninges al aumentar el flujo sanguíneo.

La implantación se realiza mediante dopaje previo durante alguna comida familiar o de hermandad, o en algún bar donde pares con asiduidad y ya te estén esperando. Una vez inconsciente, te inyectan diferentes compuestos en la dermis, a modo de vacunas, de prolongada disolución y con diferentes tiempos de aparición en la superficie de la piel, hasta más de un mes, dependiendo de la zona corporal y la profundidad hipodérmica de inoculación, lo cual te deja poco margen para saber en qué momento y quienes te las han introducido, a no ser que te encierres en casa y dejes de alternar y ver a la gente. Cabeza, nariz, cuello y espalda son los lugares habituales. Huelga decir que si te vas de viaje o emprendes la huida, te llevas la porquería incorporada.

Tu abogado te dice que no tiene capacidad para defenderte en un proceso de tal envergadura. Y tú no tienes dinero para financiarte un bufete experto en derecho médico, suponiendo que alguno deseara involucrarse, quizá por motivaciones políticas.


Si acudes a un hospital o a un centro clínico oficial para hacerte análisis, como ya estás en el programa, el secreto corporativo los ampara y no sacas nada en claro, si acaso alguna nota en tu expediente médico desacreditando tu cordura.

Si vas al juzgado de guardia, como ya están sobre aviso, no te hacen ni puto caso. Si te pones en lo peor y montas el número, puedes terminar directamente en el siquiátrico.

Un quinto poder que habría que empezar a bajarse de alguna manera. Se aceptan sugerencias, comentarios y sobre todo soluciones. Cualquier día van a por ti, no lo olvides.

 

 

arcatora

FILIOLVIDOS

 

Los hijos no pueden educar a los padres.
La secuencia biológica es un marcador social inseparable de la estabilidad de la tribu, y en ella es el hijo el que toma el relevo de la sabiduría de su padre y no al revés. Aprenderá lo que él sea capaz de transmitirle, poco o mucho, y con ese legado se lanzará al mundo a interpretarlo, y asumirá las contradicciones generadas entre lo que le han enseñado y la realidad de los nuevos tiempos, para ocupar su propio lugar en el mundo, afianzar su personalidad y liberarse al fin de la figura paterna.
Pero nunca al revés: los hijos no pueden modificar las conductas y los hábitos de sus padres, porque de ello resulta una aberración biológica y un desequilibrio social que sólo puede terminar en traumas y rupturas relacionales.
La policía psiquiátrica y los abanderados del fundamentalismo sanitario, en su lucha por sanear las arcas del ministerio de la salud pública, muy cuestionable ahorro, se pasan por el forro de los cojones los más elementales principios de socialización y generan todo tipo de caos en las relaciones personales entre los supuestos pacientes que caen en sus redes y sus amigos y familiares, incluidos sus propios hijos, que son integrados en la cadena protocolaria con el dudoso fin de garantizar la salud de sus progenitores o, como contrapartida, su aislamiento total.
No sólo los atemorizan con enfermedades crónicas o terminales, como la cirrosis, la apoplejía o el cáncer, y les presentan panoramas dramáticos donde lo más beneficioso para todos sería la propia muerte de su vicioso padre alcohólico o de su puta madre cocainómana, sino que los integran desde temprana edad, a los trece o catorce años, en la administración ilegal de los psicofármacos utilizados en el "tratamiento".
Esto les crea una seguridad ficticia dentro de la relación paternofilial, que les hace sentirse superiores y por tanto capaces de eliminar la figura del padre y tratarlo como a un desgraciado más, necesitado de ayuda y sin credibilidad alguna ante sus alegaciones o en la justificación de sus actos.
Los hijos se acercan admirados y complacientes al seno de esa entidad suprafamiliar que los abraza y les promete la inmortalidad y la reinserción de sus padres a través de una vida sana, y la propia realización personal a través de la ayuda que ofrecen a sus amados drogadictos, especialmente a ese padre tan fácil de eliminar de su conciencia con ayuda tan profesional.

Cómo afectará a su futuro esa descalificación prematura de la figura paterna y el alejamiento físico que en un principio genera sin aparentes complicaciones, es algo que no explican a las familias ni a los hijos. Pero no hace falta ser muy inteligente para adivinar que nada bueno traerá: tristes olvidos, sentimientos de culpabilidad, rechazo del sistema sanitario si no se cumplen los objetivos prometidos y dolorosos remordimientos cuando alcancen edades similares y se vean abocados a los mismos problemas, casi sin darse cuenta, y no tengan un padre que les eche una mano o una madre que sepa más que ellos y en quien puedan confiar.
No importa: ya estarán al acecho los mismos que los jodieron a ellos, a sus padres, para someter al hijo cada vez más eficazmente al "tratamiento" necesario.

 

 

arcatora

LA EUTANASIA :

PRECAUCIONES VITALES

FRENTE AL CAOS

 

¿Qué gobierno podemos pretender sobre nuestras vidas si en esencia son las matemáticas y la física cuántica, todo ese universo imperceptible y con su propio orden, quienes deciden el perfecto funcionamiento de nuestros órganos y las ecuaciones de nuestro organismo que nos libran del caos creador?

 

No se trata simplemente de "una mente sana en un cuerpo sano":

 

El futuro de nuestro cuerpo está decidido antes de nacer.

 

Podemos cuidarnos, podemos no excedernos, pero de todas formas el reloj biológico marcará la hora de tu sentencia: cáncer, alzheimer, parkinson, artrosis, esclerosis, osteoporosis... enfermedades que ante la elevada esperanza de vida del ser humano occidental, terminan apareciendo más o menos tarde en función de nuestra herencia.

 

Cuestión de suerte. La más áspera lotería genética a la espera, contando incluso el número de latidos de nuestro corazón. No lo desboques demasiado.

 

La duda razonable es si debemos atenernos al resultado de una lotería inevitable, o somos capaces de luchar y eludirla, de ser más previsores y comenzar un debate público muy serio sobre la eutanasia, que nos sitúe en el camino de países más avanzados en este tema, como Suiza y Holanda, y desarrollar nosotros también la legislación precisa para poder elegir nuestro destino: vivir sin miedo y morir con dignidad.

 

Si seguimos los designios de una amplia ciudadanía conformista que todavía piensa que nuestras vidas están en manos de su dios y que no tenemos derecho a interferir en su omnipotente dominio sobre el rebaño, no conseguiremos alcanzar la mayoría de edad sin perderle el miedo a la muerte, a sabiendas de que lo único que debemos temer en realidad es una vida envilecida por alguna enfermedad dolorosamente terminal.

 

 

GLOBALIZ/ARTE

 

En toda obra de arte inciden dos vectores fundamentales que configuran la fuerza y la proyección de la misma. Uno de tipo universal, en cuanto a la simbología conceptual y otro de tipo individual que la hace única e irrepetible.

La intervención personal del artista sobre esos símbolos universales y la depuración ideológica de los conceptos a la luz de su propia interioridad, confieren a su obra la emotividad expresiva y la relevancia testimonial determinantes de su autenticidad y perdurabilidad.

La Aldea Global difumina hasta la invisibilidad el hecho diferencial del artista, al englobar a las personas en una única cultura planetaria y un único orden conceptual integrador: el Pensamiento Único.

El vector individual desaparece y por tanto la obra de arte como tal. El “artista” produce meros objetos de consumo, universalmente aceptados, pero destinados a desaparecer rápidamente para dar paso a nuevos productos consumibles.

         La muerte del arte no será debida a la renuncia creativa de los supuestos artistas condicionados por la cultura de la mercadería, sino a su clonación, a su homologación, a su claudicación a las leyes del Mercado Global. Quienes hoy pelean por hacerse un hueco en el esperpéntico escaparate mediático, el de las grandes editoriales, las galerías de renombre y en definitiva en los espacios representativos de la cultura oficial, asestan al hacerlo una sangrante puñalada a su obra personal y en general a las posibilidades de supervivencia del verdadero artista.

         Quizá la estrategia de esa supervivencia pase por atomizar los espacios, de manera que puedan ser fácilmente gestionados por los propios creadores, evitando así que su obra caiga en manos de los mercenarios del arte.

         No existirán artistas multimillonarios, pero tal vez podrán vivir todos de su trabajo, un trabajo que será preciso dignificar ante la ciudadanía, ante los lectores y espectadores de dichos espacios atomizados.

 

 

MÁS SOBRE EL QUINTO PODER



La administración FORZOSA y ANTICONSTITUCIONAL de compuestos químicos se viene aplicando en este país desde hace más de cincuenta años, en pacientes excarcelados de las instituciones psiquiátricas tras el cierre de los manicomios, y en drogodependientes, sobre todo en alcohólicos de amplio espectro, que puede llegar desde el bebedor habitual que duerme en casa y se adapta al trabajo a la perfección, al que se queda tirado en alguna cuneta durmiendo la mona. Todo depende (el que sea integrado en el programa asistencial o no), de su nivel de aceptación social y por tanto de los poderes fácticosanitarios de la localidad. Si no tienes dinero y das mucho cante de izquierdas ponte en lo peor.


El fundamentalismo sanitario siempre ha estado ligado al fanatismo religioso (léase fundamentalismo cristiano) y al conservadurismo político más decimonónico.


Liberales y beatos de tres al cuarto deciden sobre la vida de las personas amparados por una política contra las drogas diseñada por el ministerio de asuntos sociales y ejecutada por los grupos de acción civil más radicales y fascistas del territorio nacional, una especie de sectas bien insertadas en una mentalidad social higienista y depuradora de conflictos, que justifica cualquier tipo de actuación.


Pero no comenzábamos este artículo con un encabezamiento casual:


El aumento de la esperanza y calidad de vida en las sociedades occidentales está creando una separación de sexos que sólo se explica con fundamentos biológicos, ya que ideológica y culturalmente nunca estuvimos más unidos un sexo y otro.


Hasta ahora no nos habíamos percatado, porque el parque con palomas se llenaba de viudas más o menos jóvenes, más o menos verdes, pero ahora la ancianidad (tanta longevidad) se cubre las varices de las piernas en los bancos del parque y juega al parchís en solitario, con otras damas de su edad, en bares cada vez más numerosos y especializados.


La mujer se hace muy vieja, menopáusica de largo recorrido, y su libido se pierde por los recovecos de su memoria sin encontrar una imagen que la subleve, le levante las nalgas y le haga buscar la compañía de los hombres.


El hombre, en cambio, fértil hasta la muerte y cargadito de testosterona a edades avanzadas, se levanta de la tumba y persigue las faldas de colores y las torneadas piernas, sobre todo bien rematadas en prominentes caderámenes.


Y no le importa la edad. Por supuesto una de treinta mejor que de cincuenta, pero si tiene veinte tampoco le vamos a hacer ascos. A más progesterona, más testosterona. Si el corazón aguanta todo vale, mejor morirse de un buen polvo que aplastado por un camión subido a la bici de los cojones o corriendo como un loco por el paseo marítimo.


Claro que eso no les parece nada bien a las viejas, y mucho menos si son parientas.


Así que ya sabéis, beatos, cristianos militantes y otros adoradores de la familia y las buenas costumbres de toda la vida, contra el divorcio y la excomunión: CASTRACIÓN QUÍMICA, no vaya a ser que terminéis pagando putas y ardiendo en el infierno, o peor aún, violando alguna vecinita, una pequeña, que gritan menos y se avergüenzan de hablarlo con sus papás, o con algún retroceso de leche en el cerebro que acabe en parálisis o a navajazos con la señora esposa deshormonada, triste y gruñona.


Y a los que nos guste follar "a esas edades", divorciarnos para no discutir todos los días, e incluso formar otra familia para follar más y mejor (y por qué no, qué daño hacemos, qué daño hacen los que tienen dinero y títulos, o los del Hollywood ese, todos ellos tan famosos y poco criticados), pues dejadnos en paz y no nos metáis mierdecillas inconstitucionales en el cuerpo, aprovechando el tirón de los programas antidrogas, violadores, desgraciados, degenerados de la otra españa de pandereta, represión y puñaladas.

Enlace recomendado:

 

http://hapys-discapacitados.blogspot.com.es/2011/05/cierre-de-psiquiatricos-y-psiquiatria.html

 

arcatora

MONOPARENTALES


Las familias monoparentales no sólo están formadas por madres con sus hijos.
Vagabundos y lobos solitarios expulsados del hogar recorren las estepas.
Una cueva, un árbol hueco, una trinchera que cobije sus huesos del invierno.
Son monoparentales sin casa propia ni ayuda de los ayuntamientos.
Algunos enloquecen y pierden el trabajo, el sueño y el origen.
Beben desde el amanecer y dormitan beodos en los pórticos de las catedrales.
Ni dios asiste a quien es expulsado del paraíso o se larga sin más.
Para no escuchar las voces infernales, para no pisar el odio derramado.
Ya no existe un lugar donde vivir en paz, a salvo de las ninfas vengativas.
Copulan con políticos, banqueros, con jueces y fiscales y hasta con tu abogado.

Van extendiendo sus carnívoras redes hasta las altas cúpulas del amor mercenario.
Muy pronto pagaremos el oprobio de siglos, liquidación de cuentas.
No queda piedad tras su mirada de madres candorosas, facturas por cobrar.
Si alguno sobrevive será bajo sus faldas, bufones, simpáticos eunucos de su Corte.
Sólo es cuestión de tiempo, mi única esperanza es no llegar a verlo.

 

 

arcatora

 SOBRE LA SOLEDAD

 

         Viajamos solos. Madurar es aprender a estar solos, entre la multitud o en el desierto. Es aprender que nuestro viaje a ninguna parte se inicia desde la soledad uterina y termina con el último latido en soledad, sin que nada ni nadie pueda consolarnos porque la primera y la última luz de nuestra conciencia se ciernen sobre nosotros mismos, nos obligan a pensar exclusivamente  en nosotros, la una para sorprendernos con el sentimiento de nuestra propia existencia y la otra para convencernos finalmente de nuestro efímero y azaroso paso por la vida. El morir, como el nacer, a todos nos iguala porque nacemos y morimos de la misma manera: con el primer aliento y el último latido en soledad.

         La distancia entre ambos puntos, eso que llamamos la vida y que tan diferente nos hace a unos de otros, es tan sólo producto del azar. Del azar y de nuestra capacidad para estar solos. Aterra al hombre contemplar la inmensidad del Universo y sentirse tan diminuto y vulnerable al caos creador: bastaría el coletazo de un cometa para borrarlo de la faz de la Tierra. Es por ello que levanta luminosas ciudades que ocultan las estrellas y se arrebaña y juega  al juego antiguo de no sentirse solo ante el abismo.

         Y porque nos preocupa el estar solos creamos vínculos y nos cargamos de cadenas que juramos de fiel y perpetua alianza, mentirosos perfectos que somos pues sabemos desde los primeros pasos que el camino no es único sino se abre como el delta de un río en múltiples estelas acuosas, donde soplan las ráfagas de un viento renovador que nos arrastra cuando menos lo esperamos hacia nuevos escenarios, nuevos paisajes, nuevos rostros donde espejarnos y sentir que realmente estamos vivos.

         Esas cadenas convierten las relaciones humanas en un puro chantaje, un mero antídoto contra la soledad. Y les ponemos reglas, normas inamovibles que nos hagan sentirnos más seguros, que nos aten con fuerza a un suelo conocido porque volar es libre y el pájaro no sabe de trampas ni de abismos y ni siquiera sabe que al fin ha de morir.

         A quienes no interesan tales reglas ni el suelo yermo que espléndidos cedemos sino prefieren hollar otros parajes, lejos del soporífero calor de la manada, les colgamos del cuello el cartel de la locura, del soñador idiota, y levantamos frente a ellos altos muros de desprecio y desconfianza para evitar su contagiosa y a la postre envidiable manera de vivir.

         Por temor a morir en soledad nos aniquila la tarde cada día que dejamos de vivir como soñamos y por temor a nacer solos con cada amanecer, hacemos de la vida una mentira.