SER DE AGUA

DAMEGO

 

Portada:CUINCHI

 

 

Es tu piel a la tarde

un naufragio de peces,

mujer de tierra y agua,

subterránea corriente.

 

 

NOTAS

 

Rumor de fuente que de la Tierra brota,

estrépito sonoro de embravecidas ondas,

navegación silente en cauce serenísimo,

pronto umbrío remanso, inquietante mutismo.

 

NEPTUNIA

 

Antes del reptil y de la ameba,

mucho antes que un ser vivo

pudiera concebirlo,

ya había movimiento,

ya un secreto latir

impulsaba las olas

y ya silbaba el viento.

 

La misma ondulación

y el mismo silbo

que hoy desmadejan tu pelo de medusa

y mueven tus caderas

al ritmo de una mar embravecida.

 

Eres de agua,mujer.

Tus humedales portan la sal del mar

y tus arenas aguardan impacientes

que arribe la marea y las inunde.

 

Aguamarina sosiego del espíritu,

acaso oasis o acaso un espejismo

donde implacables dunas de deseos

vuelcan en tus brazos la esperanza

de saciar una sed indescifrable.

 

Si es mucho lo que de ti se espera

y de tus aguas,

no es menos lo que de ti se teme:

la galerna.

 

 

ANTÍGONA Y EL MAR

 

Te he soñado desnuda

virgen sobre arenales blancos,

en el sueño primero,

mucho antes del hombre,

antes aun de pensarte.

 

He visto el mar

batirse en tus caderas

con ímpetu salvaje

e intentar modelar

con vana espuma

la fértil curvatura de tu pubis

e incluso tu ancha frente

incorrupta y sagrada

como los propios dioses.

 

Y he visto el mar

una y otra vez

abandonar la playa

mientras tu efigie

-renovada en cada ciclo-

y tu pasión se desvanecían

arrastradas por las aguas

hasta la próxima marea.

 

 

PERPLEJISMO

 

Después de compartir toda una vida,

de codo a codo compartir la soledad

y dibujar cada día en el aire una esperanza.

 

Después de navegar sobre tu piel

innumerables noches de placer y ternura,

marisma lenta o rauda catarata,

serenidad o vértigo,

anudado a tus aguas.

 

Después de concebir un idioma común,

en transparencia abrirnos

e iluminar las simas y fisuras del alma,

a corazón abierto, boca de corazón,

desvaneciendo dudas más allá del dolor.

 

Después de ti, y de mí,

esta canción antigua  

seguirá planteando

una estúpida incógnita:

¿quién eres...?

 

 

AFECTO VIAJERO

 

Viajero misterioso,

luminosa presencia de entreverada niebla,

hechicero de amores y de odios infinitos,

ancestrales pasiones de raíces eternas.

Eres poderoso como la vida o la muerte,

insondable como la misma madre de la noche,

tiránico cual los deseos y las necesidades,

perverso como el beso lascivo de Afrodita,

tímido como un adolescente en

primavera,

testigo de sordas esperanzas

flotando en el vacío,

cruel mensajero de abortadas promesas,

motor de nuestros sueños más reales,

mi amigo y mi enemigo...

 

¡Dime tú, que hoy vuelas cual el cóndor,

visible apenas desde la helada Tierra! :

¿Eres causa o efecto, origen o destino?

¿Por qué engendras a veces  una estrella

y otras colmas de llanto los abismos?

¿Por qué ofreces un día todo un mundo

y al siguiente nos robas su sentido?.

 

Afecto viajero,

vuela bajo de nuevo

pues a pesar de todo

sin ti me siento muerto.

 

 

MANANTIAL

 

Amor, a raudales amor,

amor y desamor en tropelía,

aun sin convencimiento,

como única esperanza,

porque el amor nos nace,

porque nos hace humanos

a pesar de derrumbarnos cada día,

a pesar de vaciarse en nuestras manos,

torpes manos que asir jamás podrán

su talle de inmáculas espinas.

 

Amor, a raudales amor,

o desamor al fin,

porque es lo más parecido a la belleza,

al enigmático silencio

de las horas muertas,

al seductor abismo de la nada,

a un manantial de luz

en tu mirada.

 

Amor, amor,

porque el amor nos salva.

 

 

LLUEVE SOBRE  EL CRISTAL

 

En la ventana puedo ver

el reflejo de tu rostro en la laguna

difuminado entre guirnaldas cristalinas.

 

La lluvia cae

deslizando sobre el vidrio miríadas de caminos

que se desvanecen luego

y arrastran tras de sí mis húmedos recuerdos.

 

Infinidad de formas se crean y deforman

bajo el capricho inconsciente del deseo.

Pero tu rostro perdura,centelleante,

en el mosaico iluminado por la lámpara.

 

De tu boca,

cual témpanos de hielo,

cuelgan aún congeladas

las últimas palabras del adiós,

cuando el sol dejó de brillar

y se abrieron las fauces del invierno.

 

Quizá sólo la lluvia

consiga erosionar los escollos

clavados en mi alma.

 

Quizás logre,además,

fundir el hielo del cristal

y olvide tus palabras.

 

Pero tu rostro surgirá cada vez,

de la distancia,

al mirar en la noche al infinito

a través de una ventana

sembrada por la lluvia.

 

Y lloverá cada vez,

por la distancia,

también en esta cara del cristal.

 

 

DONDE TE ESPERO       

 

Más allá de los silencios,

si  posees   una razón para romperlos,

hallarás una zona neutra

donde claman al viento los sentidos

rogando un lugar en la existencia.

 

Más allá de los silencios,

donde las palabras son náufragos apenas,

en busca de una voz,

habita un mar sereno,

tibio y denso

como la propia sangre

de aquél que da su sal.

 

Más allá de los silencios,

donde los corazones palpitan al unísono

intentando aplacar la soledad,

allí te espero yo...¡más allá,más allá...!

 

 

COMPAÑERA

 

Entre tus brazos soy quien quiero ser:

tierno presente,eterna primavera,

esencia de tu cuerpo y de tu sed

enredado en tu vida y tus quimeras.

 

Entre tus brazos soy y soy yo mismo,

me haces sentir que estoy y que estoy vivo,

alejado del borde de la sima

que se abre si tu no estás conmigo.

 

A tu lado reposa la palabra,

y hasta el viejo reloj también se para

 

al asomarse tibia en tu mirada

la noche por las llamas abrasada.

 

Caminemos desnudos por la vida,

construyamos senderos sin final,

si evitamos el miedo y la mentira

será muy fácil juntos caminar.

 

Caminemos unidos de la mano,

con la mirada limpia y confiada

de quienes adivinan que el destino

se forja en el camino y en la cama.

 

 

NIÑA DE ABRIL

 

A lomos de la belleza,

al filo de la razón,

llevo una espina clavada

en el mismo corazón.

 

A causa de tanto amor

mis venas están resecas,

desangrado el corazón

por no conservarte cerca.

 

En una noche de Abril,

con la luna sevillana

sellando de luz los labios,

bebí tu veneno amargo

y me convertí en tu esclavo.

 

Los días eran eternos,

las noches sólo un suspiro,

enredado entre tus brazos

navegando tu rocío.

 

Sin un adiós, me dejaste,

en una mañana helada

de un agosto enardecido,

yermo vacío en la cama

y el pecho de muerte herido.

Pregunté por todas partes

mas nadie te había visto.

 

Ni tan siquiera sabían

de tu nombre, de tu embrujo...

 

Sólo risas y murmullos,

sólo burla...nada tuyo.

Sólo mi lenta agonía

y un bello recuerdo...mudo.

 

A lomos de la belleza,

al filo de la razón,

te llevo niña clavada

en el mismo corazón.

 

 

LLUVIA

 

Honda pena, pena negra,

eclipse de mi destino,

si no baja de ese tren

me precipita al abismo.

 

Todo comenzó una tarde

lluviosa, plomiza, yerma,

al mirar a una ventana

y ver su rostro tras ella.

 

Desde mi alcoba en penumbra

contempléla y contempléla

y cuanto más la miraba

tras los visillos oculto

más crecía su hermosura:

empecé a rendirle culto.

 

En aquel cuarto de hotel

barato, fétido, inmundo,

vivía la flor más bella

que ha conocido este mundo.

 

Sobre piel de oliva verde

relámpagos de canela

cual sinuosos caminos

que iluminando quimeras

recorren voluptuosos

su cuerpo de primavera.

 

Sus ojos, húmedos pozos

de profundidad minera,

descubrieron a los míos

las entrañas de la tierra.

 

Mis días eran amargas,

letales horas de espera

acechando tras los vidrios

simas de insondable ausencia.

 

Mis noches, incendio puro

de asegurada presencia,

acariciaban sus sueños

en constante duermevela.

 

Fue calándose en mi alma

como el agua en la ribera,

y como río anhelé

alcanzar la mar en ella.

 

Por misterios de la vida

quiso la lluvia enmarcar

la mañana inolvidable

de un encuentro casual.

 

Rojo, el semáforo rojo

se obstinaba en no cambiar

mientras el agua arreciaba

y mis ansias de cruzar.

 

En medio de la calzada,

empapada hasta los huesos,

náufraga y desamparada,

me miró con ojos tiernos

de gaviota embarrancada.

 

Le ofrecí ayuda y cobijo

bajo el techo de un paraguas.

Entre prisas y sollozos

relatóme sus desgracias.

 

El tiempo paralizado,

las calles desertizadas...

hasta las aguas cesaron

al sentir sobre mi brazo

el contacto de sus manos.

 

Recuerdo muy vagamente

un paraguas destrozado,

un tacón roto y perdido

y una razón poderosa

de su naufragio aliados:

el corazón de su madre

recientemente operado.

 

Nuestra amistad fue mudando,

con las nieves en deshielo,

a torrente desbordado.

 

En aquel cuartucho inmundo,

por influjo del amor

en paraíso transformado,

sobre blancura lunar

yacimos apasionados.

 

Fui remanso, enredadera,

fuelle, pistola, navío,

bebí de todas sus fuentes

y desvelé los secretos

de su ser enardecido.

 

Alcancé la mar en ella,

y la paz, y mi destino,

y tendí mi alma errabunda

junto al coral cristalino

prisionero de los siglos.

 

Mas niña de pueblo era,

de horizontes amarillos,

planos y sin arboleda:

hija de la propia tierra.

 

Después de mucho rogar

temeroso a las estrellas

para que no sucediera,

un día me lo anunció:

su madre estaba repuesta.

 

En el hospital el alta

le entregarían mañana.

Retornarían al pueblo

con el despunte del alba.

 

Era nuestra última noche

la noche que se escapaba

desgranada entre mis dedos

como arena calcinada.

 

Prometí hacer eternos

barrotes de sus brazos;

sus piernas convertir

en apretados lazos;

comer su carne roja,

beber de su saliva,

pisar sobre sus huellas

si conmigo volvía.

 

-¿De qué vives, poeta?-

Me preguntó evasiva.

 

Antes de conocerte

vivía entre tinieblas,

nutrido por las verdes

semillas de la espera.

 

Un amargor de bilis

en cada nueva cena,

un parto de estupores

y de ánimas en pena

como abortado aliño

de todos mis poemas.

 

Ahora que han madurado,

que a rojo y sabroso fruto

las semillas han tornado

y a mi corazón de luto

de serpentinas y luces

el amor ha engalanado,

vivo de tu voz, tu aliento,

del sonido de tus pasos,

de tus cantarinas formas,

del calor de tu regazo;

vivo de la propia muerte

de mi infortunio pasado.

Mortalmente me herirías

si no vuelves a mi lado.

 

-Me espera un novio en mi pueblo

con férreas manos de arado

para arrancarle a la tierra

sus frutos a manotazos,

para regar los viñedos

y fertilizar el páramo

con el sudor de su cuerpo,

sudores de esclavo y amo.

 

Surcará sobre mi piel

besos de sudor y orgasmo

que sembrarán en mi vientre

nuevo sudor para el campo.

 

Pero habrán de ser felices

los hijos que yo he soñado

junto al fuego en el invierno

con un pan en cada mano.-

 

Yo, al abrigo de la tierra

no puedo ofrecerte tanto.

Te ofrezco la mar inmensa

y el arrullo de su canto,

salitre de aguas inquietas,

fosforescentes estelas

que nos están aguardando

para recorrerlas juntos,

sin prisa y sin equipaje,

ligeros como la brisa,

sobre su espuma flotando.

 

Y si oscurece el paisaje

bajo el clamor de los truenos

y el relámpago acechante,

no habremos de hallar un puerto

ancho, seguro, sereno...

que proteja nuestra nave,

abanderada de amor

atravesando los mares?

 

-Ámame otra vez, poeta,

disipa con tu bravura

de macho estremecedor

la niebla de mi ignorancia,

las luces de mi razón.-

 

Con promesas de volver

mi lecho abandonó al alba

de una mañana lluviosa,

llovía sobre mi alma.

 

Una fecha, una estación,

una cita apresurada,

en su boca una esperanza

que su mirada negaba;

en sus manos una flor:

la oscura flor de la nada.

 

La vieja estación expele

olores a despedida,

esperas rotas, olvido

y lágrimas contenidas

Entre sus paredes sucias

se arrinconan muchas vidas.

 

Ya silba el tren a lo lejos,

estrepitoso quejido

de un animal confinado

a un exclusivo camino.

 

Sobre el andén, en penumbra,

llueve otra vez, es mi sino.

Bajo el dichoso paraguas

que albergó nuestro principio,

mi alma pendiendo de un hilo;

mi corazón, desbocado,

de incierto futuro herido.

 

Ya se apean los viajeros,

ya escruto rostros furtivos

velados por lluvia y sombra.

No son los ojos que espero...

Al abismo quien los nombra.

 

 

NIÑA MÍA DE SIEMPRE

 

I

 

Tus poemas más bellos,

niña mía de ayer,

celosamente llevo

grabados en mi piel.

 

Derrotando temores

bajo un atardecer

recorrimos intrépidos

eu busca de placer

secretos universos

donde con honda fe

nos fuimos adentrando

y empezamos a hacer

del amor la razón

de vivir y de ser.

 

Era leve tu beso,

frágil tu desnudez

sobrevolando apenas

las rutas del querer.

 

Versos de espuma blanca

navegando tu miel,

manantiales de estrellas

que saciaron mi sed

brotando de unos senos

de turgente altivez.

 

II

 

Tus más graves poemas

los escribe el presente

con tu mano de niña,

de mi niña de siempre.

 

A girones el tiempo

nos torna un tanto ausentes

del amor y las bocas

enarbolan sus dientes.

 

Son felinos marfiles

sembradores de muerte,

de miradas sombrías,

de palabras hirientes.

 

Pero al poco la fiera

se aplaca y mansamente

nuestras bocas desgranan

un alud sonriente...

Y se nos parte el alma,

y se nos caen los dientes.

 

Al murmullo sereno

del amor los oyentes

sucumben cada día

irremisiblemente;

imprimen cada día

el amor en sus frentes;

lo inventan cada día,

descubren nuevas fuentes.

 

Así amamos nosotros,

desesperadamente,

deshilachando telas

que araña y tiempo tejen

sobre los precipicios

del alma y sus paredes;

eliminando herrumbre

que al corazón adhieren

el tedio y la costumbre,

del desamor simientes.

 

Y es tu piel a la tarde

un naufragio de peces,

mujer de tierra y agua,

subterránea corriente.

 

De ti brotó la vida

como de un mar ardiente,

envuelta en piel y sangre

de mi sangre y tu vientre.

 

Navegaremos juntos

por ese mar que viene

derramando ternura

sobre playas y seres;

susurrando a los hombres

un misterio que vierte

sobre desiertas manos,

en palpitantes sienes,

fe ciega en el amor,

esperanza en las mentes.

 

III

 

Tus poemas más tristes

hollarás tú mañana

sobre arenales grises

de una desierta almohada.

 

Del vuelo alto de Eros

que la noche escuchaba,

la alcoba silenciosa

quebrantará las alas.

 

Si me llega la hora

antes que tú te vayas,

bendeciré la muerte

que del horror me salva.

 

Mas si te vas primero,

errante hacia la nada,

trasladaré mi lecho

junto a tu cama helada,

junto al ciprés más alto,

junto a tu osario, amada.

 

 

PINCELADAS

 

Cuando te conocí, me creía muy capaz de cambiar el Mundo. Cuán sencillo sería, por tanto, cambiarte a ti.

Más tarde descubrí dos cosas: que yo no era capaz de cambiar el Mundo y que tú eres un mundo en ti misma, con esa inercia incontrolable de los siglos haciéndote girar en medio de las sombras.

 

Quizás fuese de primavera aquella noche en que me acerqué a ti y te susurré tiernamente al oído: -tú sola, puedes llenar mi corazón-.

Hoy, otoño ya, tras un verano intenso mi corazón vuelve a llorar de soledad.

 

 

NADIE LO DUDA

 

Que eres fuente de inspiración

nadie lo duda.

 

Pero a lo largo de tu vida

te has preguntado, amor:

"Quizá sea más veces por odio que,

como algunos piensan, por ternura".

 

Sólo puedo decir,

nadie lo duda,

que del amor al odio

y del odio al amor

sólo hay ternura.

 

 

INCOMPRENSIÓN

 

Casi una vida arrimado a tus miedos,

sobre todo a ese miedo que tienes a la orilla,

quizás a naufragar en otras aguas.

 

Yo que fui navegante de las tuyas

y con las tuyas fabriqué la pócima

que me hizo surcar seguro otro oleaje,

cómo podría, dime amor, comprender tus miedos.

 

 

NIEBLA

 

No hagas que me sienta

infeliz a tu lado, te lo ruego.

Sé que tengo la culpa:

todos somos culpables.

 

Si el vacío te atrapa

y ya en tu corazón

sólo sombras palpitan

retadoramente imprecadoras,

invocando el color y la luz

de otros días pasados,

sé fuerte,

lucha por disipar

esa maldita niebla que vela tus pupilas

y te impide contemplar un Sol

que no ha movido un ápice

su vital trayectoria,

aún queda mucha luz.

 

Lucha por ser feliz, te lo ruego,

no hagas que me sienta

infeliz a tu lado,

pues yo tengo bastante

con mis propias tinieblas

y quizá no soporte

la oscuridad total.

 

 

PIEL

 

Tú vaciada de amor, casi reseca,

y yo rezumando el que de ti me sobra,

me sobra tanto amor, amada mía.

 

No has comprendido aún

que la Resurrección es de este mundo,

que es preciso renovarse, renacer cada día.

 

Renovar esperanzas

y abrir de par en par

las puertas al Amor,

aun con la certidumbre

de las nuevas heridas

que ha de sufrir la piel

que no es sólo cubierta

de orgánica materia

sino atrapa en sus muros

una ilusión, un sueño:

¿Vivir?...¿Ser?...